lunes, 2 de agosto de 2010

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Duhalde en la Rural

Por José Pablo Feinmann

La vida (ha escrito Héctor Tizón) no se mide en años, sino en asombros. Dios nos conserve entonces a la Sociedad Rural y al señor Biolcati. Ayer nos han entregado asombros casi como para aspirar a la inmortalidad. El señor Biolcati le ha robado el discurso a la izquierda. Esa pregunta que tanto se ha formulado en relación con el kirchnerismo (¿hay algo a su izquierda?) ha perdido vigencia. Ha sido ampliamente respondida. Su formulación ha perdido sentido. A la izquierda del kirchnerismo está la Sociedad Rural. Ni el Proyecto Sur ni el PO. Sería difícil ver a sus representantes tan preocupados, casi en estado de lamento continuo, conteniendo lágrimas de dolor e indignación, como se lo vio al veterano trosco Hugo Biolcati en el atril de la Rural. Ahí pronunció un discurso bien escrito (vaya a saber qué pluma al servicio de la patria se encargó de esa tarea, pero si la patria, que es el campo, llama, hay que acudir) pero plagado de mentiras asombrosas. Son tan intensos los asombros que esas mentiras han despertado en nosotros que –como dijimos– si la vida se mide por ellos tenemos años por delante. Sé que todos vamos a andar escribiendo de esto. Pero hay que comprender: pocas veces se ofreció a la ciudadanía un dislate tan profundo. Primero) Mayo se hizo por y para el campo. No en vano Moreno escribió la Representación de los hacendados, esa apología del librecambio para posibilitar los negocios con Inglaterra. El “otro” Moreno –el que tanto entusiasma a los nacional populares– no existe para Biolcati. Además, cada día se prueba con más certidumbre que el Plan de Operaciones es apócrifo. ¿Qué queda, entonces, de la gesta de Mayo? El librecambio con Inglaterra. Segundo) El campo fue creciendo y muy pronto se vio que era la fuente principal de recursos que tenía el país. José Hernández (no citado por Biolcati) habrá de decirlo: “Vale tanto un vellón de oveja como una máquina fabricada en Liverpool” (cito de memoria). Se llega así al glorioso Primer Centenario. ¡Que se sigue honrando en la Sociedad Rural! Eramos el “granero del mundo”. El primer país exportador de América latina. Lugones escribía su Oda a los ganados y las mieses: “Allá la vaca fértil como el campo/ su sustancia elabora/ en el músculo, en la ubre y en la pella,/ con una grave plenitud geórgica/ Si anda, parece que en su marcha pende/ el talego del rico, si reposa/ su aspecto familiar de cofre tosco/ es la seguridad del pobre./ La honda paz de los campos en su ser vegeta” (Ver: Odas seculares). Así, Biolcati fija el momento esencial de la grandeza argentina en el primer centenario. Ese centenario que fue la fiesta de ellos. La fiesta ajena. La fiesta de la oligarquía y la celebración de la inextinguible riqueza del campo, del granero del mundo. Pero luego el país empieza a extraviarse. Uno cree que Biolcati va a empezar a ladrar contra el peronismo, según es habitual. ¡Pero no! ¿Cómo va a hacerlo si ahí, a pocos metros está sentado don Eduardo Duhalde? Don Eduardo y su Chiche: ahí están. En la fiesta de la Sociedad Rural, entidad que tan bien se llevó siempre con el peronismo. (Y todavía mejor con el gaucho Menem, que les dio todo lo que le pidieron y más.)

Que esté Duhalde es serio. Que esté Macri no importa. Que esté la trajinada Mesa de Enlace tampoco. Al señor Buzzi –uno conjetura– en cualquier momento sus bases se lo comen, cansadas de ir detrás de los proyectos de los poderosos, cansadas –como dice un amigo que suele utilizar un lenguaje algo directo, que desapruebo– de ser usadas “de forros” por los grandes terratenientes. Pero está Duhalde. Sigamos –por ahora– con Biolcati. Lo que dice a continuación es tan asombroso que tal vez nos conceda la eternidad de tanto que lo es. Porque si la vida se mide en asombros, el que Biolcati nos dio cuando dijo que la culpa de la desgracia argentina la tenían los golpes de Estado que habían derrocado a gobiernos constitucionales fue la joya de la jornada. ¿En serio, señor Biolcati? ¿Fueron los golpes militares los que arruinaron la prosperidad y el crecimiento argentinos? Pero si todos esos golpes contaron no sólo con el apoyo de la Sociedad Rural, sino que algunos se planearon bajo el calor de sus lujosas residencias. Caramba, ¿hasta dónde es posible mentir? Este es un tema teórico: ¿cómo es posible mentir hasta un límite ya lindante con el delirio? ¿Cómo alguien puede decir tan abiertamente algo totalmente contrario a la facticidad de la historia, fácilmente refutable con cualquier diario de cualquier época cercana a un golpe de Estado? ¿Con qué se cuenta para algo así? ¿Con la mala memoria de la gente? ¿Con su estupidez? ¿Con sus intereses? ¿Con su mezquindad? ¿Con la certeza de que la mentira no importa en la política si sirve para acumular poder? “Mil repeticiones hacen una verdad.” “Mientan, siempre algo queda.” Es posible. ¿Pero tanto? ¿A quién le habla Biolcati? ¿A qué idiotaje insalvable cree que se dirige? Ni Morales Solá le va a creer algo así. Pero eso no importa. No tiene que creerlo. Tiene que confirmarlo. Lo que crea es secundario. Lo que importa es que hoy diga que es verdad. Dentro de todo, en algún punto hasta es tranquilizante que Biolcati afirme eso. Reniega de los golpes de Estado. Los está descartando para el presente. No olvidemos que con Grondona –en televisión– planeaban un golpe a cara descubierta y entre risitas cómplices. Estos muchachos.

Pero la cumbre de la impostura, de la impúdica patraña, llegó con la preocupación –acaso conmovedora por lo que conlleva de autocrítica, ¿o no?– por los pobres. La Sociedad Rural ha incurrido en la “opción por los pobres” tal como algunos maltratados representantes del sacerdocio católico. Biolcati habló del hambre, de la pobreza, de la exclusión. Notable: ellos fueron los que crearon el hambre durante la fiesta de los noventa. Ellos y los altos financistas y ese imperdonable Partido Justicialista y ese sindicalismo de traidores a sus bases que se hincaron ante Menem, que se vendieron, que dijeron sí a todo. Biolcati, con la convicción de un sindicalista combativo, denunció el hambre que arrasa el país. Se puso a la izquierda de todo y de todos. Quienes quieren ocupar esa franja deberán denunciar esta impostura. Hay que decirlo claro: quienes crearon a los hambrientos por su sed infinita de ganancias no tienen derecho a hablar del hambre.

Pero ahí estaba Duhalde. También Macri, pero no importa. Es un perdedor. También De Narváez, pero no importa: es un ET. Pero Duhalde sí, él importa. Es en el peronismo donde las batallas se van a librar. Nadie puede gobernar (hoy, todavía al menos) este país sin el apoyo del aparato peronista. Duhalde controla una buena parte. ¿Quién es Duhalde? Es un político que fue al acto de la Sociedad Rural. Alguien que sorprendió a todos hablando amablemente de los militares desaparecedores y pidiendo se les conceda la libertad. O que cesen los juicios. Alguien que presentó el libro de Alberto “Tata” Yofre (el último: el que festeja la represión clandestina que Perón ejerció sobre la Tendencia durante su oscuro y, en efecto, clandestino tercer gobierno). Yofre es, también, ese autor que lee Alfredo Astiz, que se presenta con su libro en las audiencias y lo pone a la vista de todos: “Señores, yo leo esto”. Acaso Duhalde lo ponga de ministro del Interior o le restituya el puesto de jefe de la SIDE que tuvo con Menem. Esto es más posible. En suma, toda la llamada “oposición” tiene su verdadera fuerza, no en los medios, no en la Sociedad Rural, no en esos patéticos políticos que ponen la cara por ella, sino en el aparatismo duhaldista, parte importante del aparatismo peronista. La otra parte del aparato la tiene Néstor Kirchner, que es un tigre para dar esas batallas. En suma, las elecciones de 2011 (al margen de las caras visibles que se presenten como “candidatos”) deberán elegir entre Kirchner o Duhalde. Biolcati y la Sociedad Rural –ayer– eligieron a Duhalde. Un peronista. El ex vicepresidente de Carlos Saúl Menem. ¿Esperarán otra fructífera década neoliberal como la que disfrutaron con el riojano en los noventa?

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-150522-2010-08-01.html

jueves, 15 de julio de 2010

PAGINA

FAMILIA


El cura Nicolás Alessio viajó a Buenos Aires para asistir al debate en el Senado. El religioso será llevado a juicio canónico por el arzobispo de Córdoba, quien lo acusa de estar a favor del matrimonio igualitario y, en consecuencia, de atentar contra la familia. Alessio se presentó anoche en Duro de domar, acompañado por su hermana Angela, que es lesbiana, está en pareja y tuvo un hijo por inseminación. Hacerle caso al obispo sería ir contra su familia.

viernes, 11 de junio de 2010

HOLANDA DEL 74


"Dios prefiere al hombre que elige hacer el mal, antes que al hombre que es obligado a hacer el bien."

domingo, 9 de mayo de 2010

MATE



AJEDREZ Y JUEGOS DE AZAR

"Suelen caer en ese vicio aquellas personas que sin una base de educación intelectual se encuentran con dinero. No saben qué hacer, la lectura les fastidia, el arte está para ellos cerrado, y el único modo que tienen de no aburrirse es jugar. Puede asegurarse que dónde el juego hace estragos la cultura es superficial y más de apariencia que de fondo. Las emociones del juego llenan un vacío espiritual que no se llena con emociones de arte, de ciencia o de una actividad útil y culta. Cuando se reúnen personas de cultura, de ingenio, de ilustración y sobre todo de espíritu, conversan, cambian ideas e impresiones, no cartas de la baraja. Los tontos, dice Schopenhauer, no teniendo ideas que cambiar, inventaron unos cartoncitos con figuras y los cambian."

UNAMUNO



lunes, 19 de abril de 2010

SNOBS EN LA NIEBLA

"Surge una nueva forma de gorilismo en la era de los K"

El escritor opina que la clase media odia al Gobierno de modo irracional e indiscriminado


Laura Di Marco
Para LA NACION

"Ha surgido un nuevo gorilismo en la era de los K, que consiste en rechazar todo lo que hace este gobierno por considerarlo contaminado y sospechoso. Se trata de un odio irracional, que no se toma el trabajo de analizar cada medida en particular ni de comparar honestamente a esta administración con las anteriores", dice el escritor Guillermo Martínez, uno de los narradores argentinos más traducidos en el mundo. Martínez, que además de escritor es matemático, considera a los Kirchner "la máxima izquierda que puede tolerar la sociedad argentina", aunque aclara que no se siente kirchnerista.

"Como hombre con militancia en la izquierda, reconozco que este gobierno hizo muchas de las cosas que haría un gobierno socialista, pero las alianzas que tuvo que trabar para poder sostenerse en el poder me parecen repudiables y hacen que yo no pueda sentir identificación", explica.

Hace casi un año, uno de sus relatos, "Infierno grande", fue publicado en la prestigiosa revista estadounidense The New Yorker. Martínez se convirtió, así, en el segundo autor nacional, después de Jorge Luis Borges, en lograr ese privilegio.

Se crió políticamente en el PC, más precisamente en la Federación Juvenil Comunista, y en los años 80, tuvo militancia gremial y política. "Cuando hacía política buscaba cambiar el mundo, pero no logré cambiar ni al consorcio donde vivía", ironiza.

Martínez afirma que los ciudadanos comunes tienen la tendencia a creer en las teorías del complot, porque ese mecanismo contribuye a elevarles la autoestima. Dice: "La gente tiende a descreer de las explicaciones más sencillas y lógicas y, en cambio, cree con facilidad en historias de poderes ocultos que conspiran para producirlos. Esa creencia genera la sensación de que uno es un iluminado y no un ingenuo, como todos los que «compran» la versión oficial. Por eso digo que es un mecanismo que está al servicio de elevar la autoestima. Aunque, ojo, a veces los paranoicos tienen razón. Es obvio que las logias existen, pero de ahí a suponer que todo lo publicado es falso hay un trecho largo".

-¿Será por eso que tienen tanto éxito los libros de historia que supuestamente muestran la trama oculta de las versiones políticamente correctas?

-Por supuesto que sí. A la gente le encanta cuando le cuentan que el hombre, en verdad, no llegó a la Luna, o que las Torres Gemelas en realidad cayeron por un autoatentado perpetrado por el FBI.

-¿El momento actual hace que se interese más o menos por la política?

-La política me interesó siempre. Como socialista, observé el surgimiento de este gobierno con escepticismo, pero poco después me sorprendió empezar a tener cierta esperanza. Por ejemplo, cuando se reabrieron los juicios a los militares, que ya nadie pedía; cuando tranquilizaron el desborde social sin matar a nadie y, sobre todo, cuando rompieron el discurso único en el manejo de la economía y dejamos de tener un monitoreo constante sobre nuestros asuntos.

-¿Por qué cree que existe tanto rechazo hacia el kirchnerismo, sobre todo en la clase media?

-Porque la clase media argentina -a diferencia de las clases medias en otros países donde he vivido, como Gran Bretaña o Estados Unidos- es muy ostentosa y sólo se solidariza con las clases más bajas cuando le va mal. ¿Te acordás cuando, en 2001, golpeaban cacerolas? Entonces, en el declive, es cuando la clase media está de acuerdo con un gobierno que impulsa el aumento de los impuestos o el blanqueo de la empleada doméstica. Pero esa alianza se rompe cuando las franjas medias empiezan a mejorar y entonces ya no están tan de acuerdo con los impuestos, porque tocan su bolsillo. Ese fenómeno encarna el nuevo gorilismo que vemos hoy.

-¿En qué consistiría ese neogorilismo del que habla?

-Es un odio irracional a cualquier cosa que haga este gobierno, sin tomarse el trabajo de pensar honestamente si la medida es buena o mala para ellos. O de comparar esas medidas con las administraciones anteriores, que no fueron mejores. Los brotes de felicidad que produjo la enfermedad de Kirchner fueron otro indicador. Lo más elocuente de este gorilismo es que cuando la clase media comienza a mejorar también empieza a mimetizarse con los valores de la clase alta.

-Pero ¿no es este gobierno el que basa su modelo en el aumento del consumo y mide sus logros en función de la cantidad de autos o de electrodomésticos vendidos?

-Sí, claro. Pero habría que recalcar que existe otro sector de la clase media que se enrola en la educación, en los deportes o en las ciencias, que está más volcado a la cultura y que no necesita consumir tanto. Por otra parte, el Gobierno también debería tomar en cuenta los consumos culturales para medir logros, en lugar de deprimirse porque no rompimos un récord de venta de autos. Es curioso observar lo que sucede con los autos y el tránsito en la Argentina, porque son reveladores de nuestra cultura política. Estar al volante es administrar un pequeño poder, que pone a prueba la autolimitación. Y por la forma en que se maneja, es obvio que eso no ocurre. Cómo manejan resume quiénes son los argentinos.

-¿Y la autolimitación no implica, también, renunciar a comprar dos millones de dólares cuando se tiene información privilegiada, precisamente por estar en el poder?

-Desde luego. Por eso siempre creí que haber nombrado la Corte que tenemos fue un momento de iluminación, en el que sí hubo una autolimitación. Fue un milagro.

-Usted señala los vicios de la clase media, pero el escaso apego de los Kirchner a la autolimitación, o sus alianzas dudosas, también socavaron sus lazos con las clases medias urbanas.

-El problema es muy difícil desde la ética política. Es probable que, para poder sostenerse en el poder en la Argentina un gobierno necesite hacer cosas repudiables: aliarse con intendentes impresentables, sindicalistas que chantajean, capitalistas amigos o con ciertos medios que ahora son enemigos, pero que antes eran amigos...

-Usted dice que los K son la máxima izquierda tolerable en la Argentina. ¿Y a Pino Solanas dónde lo ubica, entonces?

-Pino no podría hacer nada. No tendría la fuerza para barrer con viejas estructuras, ni tampoco para enfrentar factores de poder.

-¿Y Pepe Mujica no le gusta?

-Creo que a los gobernantes hay que juzgarlos por sus actos de gobierno. Y no me dio la sensación de que el Frente Amplio pueda considerarse de izquierda, ni tampoco Lula.

GUILLERMO MARTINEZ
Escritor y matemático

Edad: 47 años. Nació en Bahía Blanca, en 1962.

Doctor: en Ciencias Matemáticas. Vivió dos años en Oxford, Gran Bretaña, con una beca del Conicet.

Exito: su novela Crímenes imperceptibles fue llevada al cine por Alex de la Iglesia.

Premios: en 1982, ganó el Certamen Nacional de Cuentos Roberto Arlt, con La jungla sin bestias. En 1989, ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1253982




Igual Escude, no me simpatizas

viernes, 9 de abril de 2010

GARZON

Por Eduardo Galeano

El juez Baltasar Garzón se sienta ahora en el banquillo de los acusados. El ha amenazado la impunidad de los ladrones de los fondos públicos y ha perturbado la paz de los ladrones de la memoria colectiva.

El Tribunal Supremo, cumbre del sistema judicial español, no disimula su decisión de condenarlo. De los quince miembros de este tribunal, diez han llegado a sus cargos jurando fidelidad al Generalísimo Franco. Y no lo olvidan, para que no se diga que ellos niegan el derecho de recordar.

¿Hasta cuándo la Justicia seguirá persiguiendo a los justos? ¿Hasta cuándo la Justicia seguirá siendo injusta?

Héctor Tizón, que mucho sabe de historia y de Justicia, suele advertir que la Justicia condenó a Sócrates y a Jesús, que fueron los dos hombres más justos de toda la historia de la humanidad.

miércoles, 24 de marzo de 2010

SEARCHING...


UN BANCO QUE DA BUENOS DIVIDENDOS

Gracias al trabajo del Banco Nacional de Datos Genéticos, decenas de nietos apropiados pudieron recuperar su identidad. La lucha de Abuelas permitió un importante avance en la genética mundial.

Más allá de las marchas y de los homenajes, ellas siguen buscando. Mientras nosotros trabajamos o miramos televisión, ellas siguen buscando. Desde 1977 las Abuelas de Plaza de Mayo no se han detenido un solo instante en la búsqueda de sus nietos ni en las formas y procedimientos para mejorar la posibilidad de poder identificarlos. Para que los 500 chicos a los que les arrebataron su identidad sepan quienes son. En estos 33 años encontraron a cien. La mayoría en los últimos años. Porque al principio todo era más difícil. Por aquellos años dictatoriales debían superar mil obstáculos. Desde el miedo y la indiferencia hasta la imposibilidad científica de identificar a sus nietos. Entonces no podían buscar a los niños nacidos en cautiverio. Con los pocos datos con los que contaban publicaban fotos en las paredes de los barrios donde sospechaban que estaba el chico. O caminaban por las calles mirando las caritas de los niños que podrían haber nacido cerca de 1976. A veces alguien les comentaba que una pareja de militares que no podían tener hijos aparecían con un bebé. Y ellas enviaban a estudiar el caso. Pero muchas veces, al encontrarlos, no había forma de probar a qué familia pertenecían.

Una mañana de 1979, Estela Barnes de Carlotto estaba en su casa de La Plata leyendo un artículo del diario El Día que decía que un hombre que negaba su paternidad era sometido a un examen de sangre comparativo con su presunto hijo. “Leí ‘sangre’ y ahí me iluminé. ¿Servirá la sangre de los abuelos?, me pregunté”, recuerda Carlotto. Con el recorte en la mano, Abuelas comenzó a plantearles su inquietud a varios médicos amigos. Las respuestas no eran alentadoras. Nunca se había hecho algo así. Entre 1981 y 1982 recorrieron el mundo: Inglaterra, Francia, Italia, España, Suecia, entre otros países.

Nadie encontraba una solución al dilema. En noviembre de ese año viajaron a Washington para asistir a la asamblea anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), de la OEA. Allí, Isabel, la hija del fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), Emilio Mignone, les recomendó visitar a un genetista argentino en Nueva York que podría ayudar a dilucidar el interrogante. Las Abuelas se reunieron con el doctor Víctor Penchaszadeh, quien las contactó con el Blood Center y con su director, el prestigioso hematólogo Fred Allen, quien quedó impactado con la tragedia de las Abuelas y prometió estudiar el caso. Al día siguiente volvieron a Washington para reunirse con los especialistas del programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (Aaas, según sus siglas en inglés). Enseguida se sumó Mary-Claire King, quien trabajaba en California estudiando la variación genética a nivel poblacional. Todos se pusieron a trabajar para encontrar una respuesta que permitiera hallar la abuelidad de los nietos secuestrados.

En octubre de 1983, el médico chileno Cristián Orrego (que trabajaba en el National Institute of Health) les comunicó que el tema había sido incluido en el Simposio Anual de la Aaas y que contaban con que las Abuelas expusieran su caso. Los científicos no podían entender que en la Argentina sucedieran esas cosas: “¿Abuelas buscando a sus nietos? ¿Cómo es eso?”, preguntaban. Durante el simposio, los principales genetistas del mundo empezaron a debatir una posibilidad concreta para saber los lazos de parentesco a través de distintos tipos de marcadores genéticos. Los antígenos de histocompatibilidad (HLA, según sus siglas en inglés) son moléculas proteicas que se encuentran en las membranas de todas las células y que se encargan de diferenciar lo propio de lo ajeno. Esas proteínas las produce el ADN. Todavía se estaba lejos de analizar el ADN pero ahora se podía establecer parentesco por las proteínas que produce. “Como era imposible llevar todas las muestras al exterior porque se necesitaban realizar con sangre fresca, teníamos que ver cómo hacíamos para traer los reactivos a nuestro país y empezar a tener un laboratorio de confianza para hacer acá los estudios”, aclara Carlotto.

El primer caso
Apenas comenzada la etapa democrática, el gobierno de Raúl Alfonsín creó la Conadep (Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, que ya entonces registró la apropiación de 145 chicos) e invitó a un grupo de científicos a venir a la Argentina para estudiar la posibilidad de abrir un laboratorio. Entre los científicos estaban Mary-Claire King y Clyde Snow.

El médico René Favaloro, integrante de la Conadep, sugirió que el laboratorio de los doctores Emilio Haas y Luis Verruno era ideal para hacer los análisis de histocompatibilidad en nuestro país. Pero las Abuelas descubrieron que Verruno trabajaba en el Hospital Militar y no aceptaron la recomendación de Favaloro, que entonces renunció a la Conadep.

La búsqueda del laboratorio era complicada. Pero un día las Abuelas se encontraron con el secretario de Salud de la intendencia, Teodoro Puga, quien les recomendó utilizar el Servicio de Inmunología del hospital Durand, que contaba con todos los avances tecnológicos necesarios para realizar los exámenes de histocompatibilidad y con personal capacitado. El laboratorio comenzó a funcionar en la planta baja del hospital. Se hizo un análisis de prueba entre una nieta y sus abuelos biológicos para comprobar su eficacia. La compatibilidad fue de 99,99 por ciento. El proyecto estaba en marcha.

El primer día hábil de la democracia, el 11 de diciembre de 1983, las Abuelas interpusieron una denuncia para saber si una chiquita apropiada por un policía era en realidad Paula Eva Logares. El Juzgado Federal N° 1 autorizó tomar muestras de sangre a la niña para comparar con los Logares-Grinspon. Sus apropiadores, los Lavallén, aseguraban que Paula era su hija biológica. El juez les dio a ellos también la posibilidad de demostrarlo a través del HLA. Lavallén se negó alegando violación a su intimidad. Entonces el juez aceptó la evidencia de que Paula formaba parte de la familia Logares-Grinspon, cuyo análisis ya había dado positivo. Fue la primera vez que la ciencia se puso al servicio de los niños apropiados por la dictadura militar. Esto determinó que el doctor Puga estableciera que la doctora Ana María Di Lonardo y su equipo en el hospital Durand fueran los encargados de analizar este tipo de casos. Y además Abuelas formó su primer equipo de genética encabezado por el doctor Jorge Berra, el estudiante Morris Tidball Binz y Diana Grinspon. Además, el “abuelo” Abel Madariaga se sumó al equipo encargado de completar las bases de datos de niños apropiados y de las muestras de todos los familiares. Danielle Mitterrand, esposa del presidente francés, donó la primera computadora XT que tuvo el equipo.

El 20 de febrero de 1986, el presidente Alfonsín recibió a las Abuelas, quienes le solicitaron, entre otras medidas, la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos que seguiría trabajando en el Hospital Carlos G. Durand. Alfonsín accedió, y en mayo de 1987 se convirtió en la ley 23.511 que recién se reglamentaría el 24 de mayo de 1989. El Bndg quedó a cargo de la Municipalidad de Buenos Aires, que ponía los servicios del hospital y del gobierno nacional que ponía los fondos.

“Los científicos reconocen que gracias al trabajo y la tozudez de las Abuelas creció la genética en el mundo”, afirma con orgullo Carlotto.

ADN
Mientras avanzaba el repudio a los genocidas, mientras la lucha de las Madres y Abuelas llegaba al reconocimiento internacional, también la ciencia daba pasos agigantados en el estudio del ADN, la molécula hereditaria que se transmite de padres a hijos por generaciones. Sus unidades de información se llaman genes y el 99 por ciento se encuentra en los cromosomas, en el núcleo de las células. Así surgió el análisis de compatibilidad por ADN nuclear. Sin embargo, hay dos excepciones a esta regla. Una de ellas es la herencia del ADN mitocondrial en el que el ciento por ciento de las células proviene de la madre y es una copia casi exacta de la abuela materna. Pero también, todos los hombres de una familia comparten el cromosoma y así surgieron las tres vías para determinar el parentesco por ADN.

Y con ello la posibilidad de establecer el rasgo de parentesco con una muestra bucal, un pinchacito en un dedo, una ropa interior usada o hasta con un pelo (aunque en este último caso las posibilidades de sacar ADN se reducen a un 30 por ciento). Los chicos, ya hombres adultos, comenzaron a acercarse por su cuenta a la sede de Abuelas y también a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) creada en 1992. “La creación de la Conadi fue importante porque aquellos que no querían venir a Abuelas por alguna cuestión ideológica vieron en el organismo estatal otra posibilidad de ir en busca de su identidad. En Abuelas estamos buscando a 240 chicos y en la Conadi a otros 130. Además hay que sumarles a aquellos cuyas familias no sabían que sus hijos desaparecidos estaban esperando familia. Por eso calculamos que estamos buscando a 500 niños apropiados. Nosotros hicimos una estadística hace unos años que establecía que de cada 240 personas que vienen, uno es un nieto apropiado. Por eso, gracias al trabajo de Abuelas y del Bndg ayudamos a que 160 chicos adoptados pudieran encontrar a sus familias biológicas y que en muchos casos se trataba de tráfico de niños”, explica Carlotto.

Ante semejante avance de la ciencia, la ley 23.511, que sólo hablaba de exámenes de HLA quedó obsoleta. “Los abogados de los represores aprovechaban esta situación para negarse a someterse al examen de ADN”, explica Alan Iud, jefe del equipo de legales de Abuelas. Durante la visita, en 2009, de la Cidh para conmemorar los 30 años de la famosa visita de la Comisión para recibir las denuncias por desapariciones de personas en plena dictadura militar, Abuelas y la Cidh firmaron con la presidenta Cristina Fernández un acuerdo amistoso en que la Presidenta se comprometía a presentar ante el Congreso Nacional tres proyectos de ley que permitían la renovación del Bndg, la obligatoriedad judicial del examen de ADN y la creación de una fuerza policial que se encargue específicamente de los allanamientos. En diciembre último estas leyes fueron sancionadas por el Congreso. “Hubo voces malintencionadas que insinuaron que estas leyes eran de Cristina contra alguien. Gente que no la leyó ni vino a asesorarse. Estas leyes van a ayudar a que encontremos a nuestros nietos. Este Bndg, que es el mismo de siempre pero con una nueva estructura de funcionamiento, va a mover resortes legales y científicos”, dice Carlotto.

Las 36 personas que trabajan actualmente en el Bndg tienen su continuidad laboral garantizada. En cambio, su director va a ser elegido ahora por concurso. Pasará a depender del ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao. Además cambiará su ubicación física. El ministro de Planificación, Julio De Vido, que maneja los bienes inmuebles del Estado, ya se encuentra analizando cuál será la nueva sede. También se están tramitando los fondos necesarios para contar con las nuevas muestras de ADN de todas las familias que buscan a sus nietos. “Mi sueño es que un día todas las Madres dejen sus muestras de ADN”, concluye Carlotto. El proyecto estaría terminado en el segundo semestre dentro de los proyectos de conmemoración del Bicentenario de la Patria.


Fernando Amato


jueves, 18 de febrero de 2010

ICE TEA

Todos los poderosos del mundo sabían que Haití vivía en emergencia, las frías estadísticas siempre lo ubicaban como el país más pobre de América y uno de lo más paupérrimos del mundo. Mucho antes del terremoto no había casa s, ni agua, ni trabajo y los niños eran vendidos o dados en adopción. Nadie hizo nada, incluso después de reuniones específicas sobre “el problema Haití”. Llegó el terremoto y el país olvidado pasó a las primeras planas, al obsceno primer plano donde los “muertos de segunda” pueden ser mostrados sin los resguardos legales ni las coberturas de su rostro como ocurre con los muertos del primer mundo. Los voceros de los causantes y mantenedores del desastre se quejan de que el país no estaba preparado para un catástrofe semejante, se quejan de la ausencia de hospitales y escuelas, se quejan del nivel de analfabetismo, que desde nuestra más tierna infancia supimos por encima del 70%, se quejan como turistas, ajenos. Son los representantes de los medios que ignoraron olímpicamente a Haití. Francia había hecho lo suyo en aquella tierra que fue centro de la enorme rebelión triunfante de esclavos encabezada por Toussaint L’Ouverture en 1791 que envió a sus delegados a la Asamblea de París. Allí, el ciudadano Lavasseur dijo: “Cuando se redactó la constitución de Francia, el pueblo francés no se acordó de los negros desventurados, por ese olvido la posteridad habrá de reprocharnos. Reparemos el error y proclamemos la libertad de los negros”. Por aclamación se aprueba la abolición y los delegados haitianos son llevados en andas. Pero pocos años después Napoleón vuelve todo para atrás, reestablece la esclavitud y decide ahogar en sangre a la república rebelde. Pero los haitianos se organizan y la derrota fue una verdadera humillación para los franceses que deciden aislar la zona liberada. Hace lobby para que nadie reconozca a la nueva república independiente. Los Estados Unidos todavía fuertemente esclavista veía en la “isla de los negros libres” un pésimo ejemplo para sus propios esclavos sometidos de a millones en los algodonales y tabacales del sur. Francia se vengó cobrándole a Haití una de las indemnizaciones más colosales que se recuerde: 150 millones de francos oro, según Eduardo Galeano, unos 21.700 millones de dólares actuales. Lo que siguió fue la invasión norteamericana que llegó en 1915 para quedarse hasta 1934, la explotación neocolonial salvaje, con la complicidad de la oligarquía criolla y mestiza, el saqueo de los recursos del país que quedó desforestado en más de 90% de su territorio, dictaduras como las de los Duvalier y siempre el ninguneo al pueblo de Haití, que se nos presenta como incorregible. En medio del desastre, la luz, miles de voluntarios de gran parte de América latina y el hospital argentino, el único en funcionamiento por días; y la sombra, la ni siquiera solapada invasión de los marines, de los soldados disfrazados a la Irak o Afganistán, el palabrerío de las potencias y la lentitud exasperante de la ayuda ordenada por quienes nunca estuvieron ni cerca del hambre y la necesidad extrema, aunque siempre están a la orden para convalidarlos y provocarlos.

http://www.carasycaretas.org/2243/editorial.asp

miércoles, 10 de febrero de 2010

EVITE CORTES¡¡



Use lamparas de bajo consumo distribuidas por el Imperio Intergalactico.


miércoles, 6 de enero de 2010

Destino Singular

Hay cuatro tipo de paises: los desarrollados, los en vias de desarrollo, Japón y Argentina.

Paul Samuelson, Premio Nobel de Economia 1970

sábado, 2 de enero de 2010

Piratas del Caribe

De la bitacora del capitan Teach, alias Barba Negra:

"Tal dia se acabo el ron; la compañía andaba algo sobria. ¡Demasiado descontento entre nosotros! Parecía una conspiracion; no hablaban mas que de separarse. Así que me apresure a buscar una presa; el mismo día tomamos una con gran cantidad de licor a bordo; resultado: la compañía se emborracho bien, condenadamente bien, y las cosas volvieron a marchar perfectamente"

martes, 22 de diciembre de 2009

Popeye

La culpa , mi querido Brutus, no está en las estrella, sino en nosotros mismos

miércoles, 16 de diciembre de 2009

"El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez."



Breve diccionario del argentino exquisito





Carta abierta de MIguel Vilanova alias "botafogo



“Yo, don Vilanova, más conocido como Botafogo, en honor a mis cuarenta años de ruta junto al rock y el blues y a mis libros de enseñanza de música que han influenciado a varias generaciones de músicos, muchos de los cuales forman parte hoy de lo más valioso de la escena del rock actual: declaro responsables y culpables de la muerte de ciento noventa y ocho personas en Cromagnon y del cráneo destrozado de Rubén en Vélez, a las empresas discográficas, medios gráficos, radiales y televisivos, managers y representantes, que dieron difusión a grupos de mierda integrados por pseudo músicos horribles e hijos de puta que desde sus canciones y sus escenarios hablan de que está todo bien con el descontrol, la autodestrucción con la “merca”, el “paco”, el alcohol, los psicofármacos”.
“Ellos cobran dinero de SADAIC, regalías de la venta de sus discos, dinero fresco en sus shows… pueden robar un remís en Rosario y entrar por una puerta de la comisaría, firmar un autógrafo al comisario y salir por la puerta de atrás como si nada grave hubiera sucedido… Pueden salir al escenario con un porro de paco colgando de sus labios dando un ejemplo a sus seguidores que no están cubiertos por SADAIC, por una empresa discográfica multinacional, que no tienen una obra social como la de SADAIC o la de SADEM, que no tienen un mánager que les va a procurar un buen abogado… son muy injustos, muy cínicos, y muy poco concientes de lo que están haciendo… ¡Ustedes son culpables y cómplices de estas desgracias!”
“¿Vieron ustedes el bochorno de Pity “cantando” (graznando desafinadamente ) con Fito Páez? … ¿¡Qué mierda es eso!? ¡¡¡¡¡Eso es pura bosta!!!!!”
“Sin embargo goza de la aprobación y la difusión y de los favores de quienes acuso más arriba…¿Y los Callejeros? ¡¿Qué es esa basura?!… ¡¿Por qué difunden esa mierda que ni siquiera puede ser considerada música mala?!”
“Recientemente pedí apoyo al Zar del rock y pop porteño para un show mendigando un poco de difusión y como respuesta recibí un:-“No me interesa porque vos tocaste con Petinatto”- ¡¡¡¿¿¿ ¿??!!!”.
“Yo en mis temas hablo del amor, de los sueños, de las estrellas, de los vínculos, de la introspección, de los átomos, de la magia y el misterio de la vida, de volar con la mente, de imaginar un mundo mejor… y me veo obligado a andar mendigando un poquito de difusión…”
“Si ustedes difunden a Pity, a los Callejeros, y a un montón de grupos más que bajan línea de que está todo bien con el reviente -aunque algunos de ellos envían mientras tanto a sus hijos a colegios de curas ¿¡?! y ostentan símbolos nazis como adornos de sus escenografías-… ustedes son cómplices de difundir el consumo de paco, merca, alcohol… ¿de qué lado están?… ¿qué ganan ustedes con esto?… ¿qué oscuros intereses están favoreciendo?”
“Yo pertenezco a la generación de pibes influenciados por Almendra, Manal, Pappo’s Blues, Pescado Rabioso, Invisible, Aquelarre, Arco Iris, Vox Dei, Los Gatos, La pesada del Rock and Roll, etc., etc., etc.….. que me dieron ganas de ser músico y de cambiar el rumbo de mi vida hacia algo mejor que la mediocridad de aquellos días. Me mostraron que entre el negro y el blanco de la ‘argentinidad al palo’ había un hermoso arco iris… jamás me hablaron de drogas sino de despertares…”
“Gracias a ellos hace cuarenta años que me gano la vida honestamente como músico, gracias a ellos evolucioné como ser humano, intelectualmente, psicológicamente, espiritualmente, emocionalmente”.
“Los autos importados y las casas de los “countries” en las que habitan estos “Rey Midas del rock”, las compraron gracias a ese rock argentino que puso la piedra basal de este negocio, pero parece no recordarlo. Como ya se ha dicho, sus billeteras están forradas con la `’piel de los músicos”.
“Mucha de la pibada de hoy está descorazonada, desconcertada, frustrada, sin ilusiones, sin sueños, sin posibilidades, no cree en un porvenir y mucho peor: ¡están muy enojados!”
“Es nuestra obligación, es vuestra obligación, hablarles de que un mundo mejor es posible, para lo cual deben cuidar su cerebro de las drogas y el alcohol, porque el cerebro es el templo del alma, es un regalo del misterioso universo creativo con el que nos contacta la música, la buena música”.
Don Vilanova, alias Botafogo.
Firma: Miguel Ángel VilanovaDNI: 11.956.658Mat. Prof. de Músico: N° 4. Otorgada por la Sociedad Argentina de Músicos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

A la derecha de su televisor

La mecha se había encendido en la primera mitad del año, cuando Susana Giménez acuñó la desafortunada frase “El que mata tiene que morir” y recibió un numeroso apoyo de miembros encumbrados de la farándula. Pero en la última semana, el tema volvió con mayor intensidad, declaraciones de todo tenor y enfrentamientos abiertos. Tinelli, D’Elía, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Viviana Canosa, Jorge Rial, conductores, periodistas, noticieros, programas de chismes: las palabras de la farándula atravesaron toda la grilla de la pantalla. ¿Son producto de un giro a la derecha? ¿Responden a intereses? ¿Sorprende que lo digan o que lo celebren? ¿Cuál es su peso real en la opinión de la sociedad? Radar entrevistó a Alejandro Dolina, Carlos Ulanovsky, Pedro Saborido y Artemio López para abordar las diversas aristas que la polémica parece tener.

Por Natali Schejtman


¿Está mal ser rico? ¿A quién puede no importarle el tema inseguridad? ¿Por qué no podemos vivir como en Miami?

Estas y otras preguntas, tan profundas teóricamente como ligerísimas en su enunciado, fueron desparramadas como cotillón de carnaval carioca en las últimas semanas de televisión. Este vendría a ser un estadio más en una escalada de dardos que irrumpieron este año con vivacidad renovada y que parecieran estar corriendo de a poco la definición –siempre dinámica– de lo que es y no es corrección política. El puntapié más emblemático –pero no el primero– de esta última tendencia fue de Susana Giménez a principio de año, cuando, dolida por el asesinato de su asistente, cacareó su postura arrebatada, exigiendo que “el que mata debe morir”, y que “termínenla con los derechos humanos”.
Imposible saberlo, pero podríamos llegar a imaginar que en otro momento, estos exabruptos hubieran sido repudiados de manera unánime y convertidos en una perlita lastimosa, de esas que mejor no haber grabado. Como le pasó a Fernando Siro, al que se recurría para escandalizarse y quien murió con el mote de “controvertido actor y director”. Bueno, no era Susana Giménez. ¿Pero será su carácter de muy famosa suficiente para generar el efecto de dominó de cartas sobre la mesa al que asistimos en los últimos meses? Imposible saberlo.
Hay mucha más materia prima que habla de un clima caldeado, reproducida infinidad de veces por los programas de archivo que los convierten en slogans, aunque sea para criticarlos con fervor. La tentación de caer en los reduccionismos es, por otro lado, un mal que abunda en estos días y no sólo en la pantalla: mirar con buenos ojos una nueva ley de medios es oficialista y temer por la inseguridad es de derecha.
Pero ante un elenco variopinto de famosos ocupándose de la coyuntura, mejor separar las manifestaciones, espontáneas o no, antes que juntarlas. Susana Giménez agregó al lema “el que mata tiene que morir” un pedido de más represión para parar el caos (a días de haber lanzado su primera consigna, relativizó lo dicho agregando un “en la cárcel”, mandato que obedeció a su condición de católica). Cacho Castaña le dio el visto bueno a su declaración y llegó a pedir la construcción de un paredón para que “empiecen a desfilar”, dijo, canchero, ahora que está de moda animarse a más. Sandro, lo mismo: a favor de que el que mata muera, en contra de la pena de muerte debido a su cristiandad (¿?). Desde entonces, Susana Giménez no ha parado de hablar del tema, yendo y viniendo entre insultos e indignaciones. Moria Casán opinó en un resumen editado y producido por TVR hace ya un tiempo: “Para un tipo que hace algo malo, matarlo me parece demasiado compasivo porque se le termina enseguida, y meterlo en la cárcel me parece muy largo porque lo tengo que mantener yo, así que realmente no sé lo que hay que hacer”. En las últimas semanas, Mirtha Legrand editorializó varios de sus almuerzos pidiéndole a la Presidenta que diga “cómo van a cuidarnos”, preocupada porque “nos están matando a todos, nos están matando todos los días; no se puede vivir así” y porque volvió de Miami lamentando que ahí puede no estar agarrándose la cartera.
Marcelo Tinelli fue, como suele suceder, hábil y empático: habló de la inseguridad de la misma manera que te habla un kiosquero que teme por su renta, utilizando la palabra paz en reiteradas ocasiones. Luego, se dirigió a Luis D’Elía. Las idas y venidas de esta comedia de enredos (porque en este caso lo es, de hecho hace no mucho D’Elía participó en el programa para vérselas con su imitador) generó escenas tales como un nuevo discurso de Tinelli. Sin música de fondo ni voz exaltada, habló de cómo él había hecho su dinero, de la sed revanchista de D’Elía (“Luisito, mi amor”) y le respondió de paso al senador Pichetto. Incluso llegó a desenrollar una presentación del programa emulando a Moulin Rouge, en alusión a la acusación de D’Elía según la cual Tinelli era el dueño del prostíbulo. En la misma arena colorinche y en el marco de una confrontación de grupos mediáticos existente, Viviana Canosa, periodista chimentera ex miembro de las huestes de Jorge Rial, instó a que “basta de generar pánico en la gente”. Hastiados ella y su panel, pidieron, en resumidas cuentas y desde Canal 9, profundidad en los análisis o buena onda y entretenimiento y Canosa sentenció, enfurecida y bocasucia: “No vamos a evitar la realidad y está bueno que contemos lo que pasa y lo que sentimos, pero de ahí a empezar a crear pánico en la gente es un horror y es una vergüenza. Dejemos de ser tan golpistas. Es un espanto. No se puede ver la televisión ni de tarde ni de noche, todo el día es un horror, pánico, no se puede vivir así. Es horrible”, dijo. Su escolta panelista se destacó al referirse a Mirtha Legrand como tilinga por quejarse de la inseguridad en la misma frase en la que hablaba de su viaje a Miami. Rial, desde el canal que pertenece a Francisco de Narváez, toma otra postura, agresiva e insistente, pero no tan encasillable, y pide a líderes del gobierno y la oposición, como Pino Solanas o Gabriela Michetti, que aparezcan en el tema, entre otros muchos despotriques. En su programa, entrevistó a Chiche Gelblung sobre el boom de la farándula y le preguntó si él sentía esa suerte de “tic del progresismo” que impide que “el famoso, el popular, el que tiene un medio” tenga derecho a opinar. Entre otras muchas cosas, Chiche confesó que está “cagado de miedo” y habló, sin exaltarse, de los problemas del discurso progresista en materia de inseguridad.
En tanto, en la ficción para adolescentes Casi Angeles hubo una escena en la que una mandataria anunciaba vía tevé el haber tomado posesión de todos los medios nacionales.
Cruces interdisciplinarios (Hebe de Bonafini vs. Moria Casán, con penoso espectáculo de esta última en el programa de Pettinato incluido; Pichetto vs. Tinelli, Mirtha y Susana; D’Elía vs. Todos), tonos alzados y cambios de opinión variados forman parte de una programación que puede analizarse desde lo mediático (la pasión de la tele por el escándalo) y desde lo político (quién está con quién). La porosidad de los géneros televisivos no es nueva en la pantalla (¿qué es un noticiero?, ¿qué es un programa de espectáculos?), pero hoy absorbe, refleja y potencia el asunto desde el show business. Y la llamada crispación sintoniza en el dial de los extremos. Al respecto, Pedro Saborido, guionista y creador de Peter Capusotto y sus videos, relativiza el paño: “Me parece que son 4 o 5 los que hablan con la medianía general... Es lo que muchos dicen en la calle, todos los días. No siento que sean cuadros de la derecha los que están hablando, ésa es una intuición. Que terminen siendo funcionales es otra cosa, pero no me imagino a Susana Giménez en reuniones de alto vuelo político de la derecha. Cuando uno lo escuchaba a Borges decir que la democracia era un abuso de las estadísticas eso sí era más glamoroso y sofisticado. Por otro lado, también para los políticos hoy la utilización de los medios como plataforma es habitual. Es más efectivo ir al programa de Morales Solá que hacer un acto. Todos de alguna manera comparten el terreno televisivo, hay una mezcla y se rompen las fronteras. En definitiva, mirás todo con el mismo aparatito. Cambiás de canal de un programa político a Dr. House”. Saborido trae a la discusión el camino invertido: el de los políticos televisados, convertidos en actores de un reality (en la campaña fue impresionante). Menciona entonces la influencia del debate de candidatos previo a las últimas elecciones: “Hay gente que te decía la voy a votar a Michetti porque la vi más suelta, más fresca. Prat Gay estaba muy duro, como si de repente los políticos tuvieran que dar bien en cámara”.

BAR DO

Con el repertorio citado de frases lapidarias, lejos, muy lejos parece estar la época en que en el 2004, con Kirchner en la presidencia, el dream team de Polémica en el bar se atrincheraba como víctimas del ninguneo del progresismo que empezaba a ser oficial. Después de haber recogido muy pocos premios Martín Fierro desde Radio 10, denunciaban que en esa era, en la que el premio iba para los Alivertis, darle el premio a Baby Etchecopar hubiera generado una silbatina.
Hoy, los bares no dejan de ser el terreno romántico de la charla política. Como si fuera un espejo programado, el café actual es De las Palabras, y allí Rafael Bielsa, Artemio López y Eduardo Valdez e invitados también se hacen carne de su extraño lugar de oficialismo en la periferia. Vale la pena recordar, durante la vuelta de la democracia, la frase acuñada por Sergio Velazco Ferrero, que denominaba “la patota cultural” a aquellos que estaban ocupando lugares en la pantalla y por los cuales veía amenazado el suyo. Carlos Ulanovsky, periodista e investigador de la radio y la televisión, autor del reciente ¡Qué desastre la TV! Pero cómo me gusta... junto a Pablo Sirvén, propone pensar el asunto desde los desplazamientos: “El inicio de época o de nueva etapa política implica el desplazamiento de determinadas figuras de la televisión. No siempre es una censura, o no es necesariamente ideológica. Le pasó a Mirtha Legrand con Alfonsín, que finalmente no pudo arreglar contrato con ningún canal de aire y recién volvió 10 años después con Menem. También sucede que acá hay una idea de que los puestos y lugares de trabajo se ganan para toda la eternidad y la verdad es que no es así. Aunque el caso de Mirtha demuestre que es bastante parecido a eso”.
De alguna manera son esos factores dinámicos y culturales los que después pintan el color de una época. ¿Estamos, acaso, ante el momento de la televisión radicalizada? ¿Están legitimados la violencia verbal y los pedidos de represión, entre otras cosas?
El consultor Artemio López, director de la consultora Equis, señala: “En la aparición de Tinelli, Legrand y Susana hay cierta diversidad... no es todo lo mismo. Susana y Mirtha no se fueron a la derecha, lo que pasa es que hoy tienen más visibilidad porque el discurso que normalmente propagan está más visible en función de la editorialización de los medios que las contratan. Creo que en el caso de Tinelli es distinto. Tiene que subir la apuesta porque durante el año pasado lo trató bien a Kirchner”. Pero entonces... ¿quejarse de la inseguridad es siempre opositor? “En líneas generales, sí”, dice López. “Como es un tema que nadie va a resolver tal cual está planteada la sociedad hoy en día en lo social y lo económico (además de que no es grave en el contexto latinoamericano), y tiene una complejidad infinita, está contra todos los niveles de gestión nacional, municipal y provincial. Es un comodín, pero produce efectos discretos. No tan contundentes.”
Quizá también haya que tener en cuenta las impurezas del medio. Si los políticos se presentan en programas de espectáculos, ¿por qué los conductores no pueden dar su mirada de la realidad? Según las características actuales –y también en base a la reflexión de Saborido–, parece ser más probable que un político se esfuerce en dar mejor en cámara que que un conductor se concientice acerca de la necesidad de fundamentar y arraigar una opinión en el marco de un análisis profundo. Eso podría explicar algún aspecto del panorama. En una pantalla que encontró en la mezcla el multitarget, los temas se pasan de boca en boca. Los políticos hablan en Intrusos en el espectáculo (cuyo nombre se resignifica permanentemente), Mirtha Legrand recibe un día a Cafiero (con quien protagonizó una discusión de antología), otro día a Silvina Escudero, y combina el anuncio de su intención de marchar contra la inseguridad con un spray para el pelo. Así y todo, quedó demostrado que con su estilo pudo arrinconar a más de un político en campaña. En el libro de Sirvén y Ulanovsky, los autores citan un artículo del anuario del año 2007 (otro año de elecciones) de televisión.com.ar que mencionaba que los programas políticos estaban como “perdidos en la pantalla”. El sitio observa una recurrencia durante este año de elecciones, y concluye: “Almorzando con Mirtha Legrand tomó el lugar del programa político de la televisión argentina, apoyado en la falta de ciclos del género y en la debilidad de los que están”.
Ulanovsky analiza la situación de los dichos faranduleros, sin caer en lugares comunes: “Todos tienen derecho a opinar. No por eso merecen el término de derechistas. Sin embargo, veo que esas opiniones prenden muchísimo, un poco porque estos famosos tienen una influencia innegable y otro poco porque una de las preocupaciones presentes es la seguridad. Lo curioso es que es más influyente lo que dice Susana que Stornelli, Arslanian o Aníbal Fernández, con cifras que prueban que la inseguridad bajó”, dice, en alusión a una escena en la que Stornelli señala números de la provincia de Buenos Aires y Mirtha le pregunta: “¿Usted está seguro de lo que dice?”. Sigue Ulanovsky: “Hay un montón de espacios y cámaras dedicadas a propiciar el escándalo, el club de la pelea, como si éste fuera el único sentido de la TV. Y muchas veces enganchan a los famosos. Para algunos medios es una manera fácil de hacer oposición. Tal vez, aquellas personas que son más influyentes deberían ser más cuidadosas en sus juicios. Bueno, algunos dirán: Kirchner es influyente y no es cuidadoso al confrontar con diversos sectores”.
¿Hablan las figuras públicas por convicción, son voceros de una estructura mayor? ¿O las dos cosas a la vez y cada uno está donde debe estar? Alejandro Dolina reflexiona sobre el asunto de una manera integral. Y dice: “No solamente es la farándula la que está preocupadísima por el tema de la inseguridad, sino también la sociedad toda a partir del gran despliegue que los medios hacen de ese problema, que es ciertamente un problema, pero que existe también en otras sociedades sin que se produzca un fenómeno con el énfasis con el que se está produciendo en la Argentina. La farándula se hace eco de esa circunstancia, que a mí me parece que le pone una especie de glamour, les pone cierta gracia y hasta cierta simpatía a algunos pensamientos que habitualmente no son simpáticos, glamorosos ni graciosos. En la Argentina yo tengo la sensación de que la derecha se ha adueñado del sentido común. Pensamientos que hasta no hace mucho eran vergonzantes se explican ahora públicamente incluso con orgullo. Y cuando figuras muy conocidas adhieren a esos pensamientos y le ponen su cara famosa y hacen su testimonial, entonces las muchedumbres se entusiasman. Ese pensamiento tiene otro aval. Los medios saludan las opiniones de la derecha, las auspician, las festejan, y ahora la farándula las firma con su prestigio. Yo no considero que esté mal que un artista se pronuncie individualmente. Y desde luego puede tener opiniones de derecha. No debe combatirse eso. Cómo vamos a prohibirle a Susana Giménez que diga lo que piensa”.
¿La derecha estaría volviendo al centro de la escena? ¿O estamos ante una radicalización de los discursos mediáticos en general? Al pensar en el escenario ideológico, Dolina continúa: “Yo diría que, simplificando mucho, podría leerse así: el neoliberalismo desea un Estado ausente, desea que el Estado no intervenga en su prosperidad. Que no venga a recortarla, por ejemplo, con impuestos. Ahí desean que los mercados actúen y que eso provoque naturalmente la riqueza de unos y la pobreza de otros. Pero claro, cuando se produce la riqueza de uno y la pobreza de otros van quedando –y así ha ocurrido históricamente en la Argentina– fuera del mercado de consumo muchísimas personas que pierden su trabajo, que se ven acorralados en unas formas de vida cada vez más marginales, más miserables. Parte de esa gente reacciona. ¿De qué manera? Tiene empleos irregulares, cartonean, protestan, hacen piquetes, y llegado el caso delinquen, porque ha sido eliminada del mercado de consumo y de producción y algo tienen que hacer. Ahora bien, cuando se produce este fenómeno, cuando esas masas irrumpen de distintas formas, siempre de maneras desagradables naturalmente para los buenos burgueses que han prosperado, estas personas que antes eran partidarias del laissez faire, laissez passer, que querían que el Estado se mantuviera ajeno, entonces exigen que ese Estado intervenga. Ya no es para regular qué se planta y dónde, sino para reprimir. Y entonces aparece el tema de la inseguridad. Y aparece el sentido común: a las personas que tratan de apoderarse de lo que es nuestro entonces hay que castigarlas, que encarcelarlas, y llegado el caso, matarlas. Esa es a grandes rasgos la ideología que impera. En algunas personas ciertos sucesos les producen unas reacciones emocionales que fácilmente las precipitan en este pensamiento. Ahora bien, generalmente la gente de la farándula pertenece a los que están en peligro de que los roben y por ahí sus beneficios sean reducidos, etcétera. Naturalmente producen una reacción de clase, una reacción de la clase dominante que se ve amenazada por algunos emergentes que son resultado de gravísimos problemas sociales que este país tiene. Quiere decir que sí, son representantes de una clase dominante, y sí, configuran claros panoramas del pensamiento de derecha. Por más que este pensamiento esté adornado de florilogios republicanos como la libertad, derecho a transitar libremente, a comprar y a vender, a comerciar y a tener una propiedad privada que es inviolable. Y cuando ese pensamiento se tiñe de intolerancia, tenemos derecho a nombrarlo como fascismo. Una de las características principales del fascismo es que las culpas no provienen de acciones de las personas sino de pertenencias a los grupos. Uno es culpable no por haber hecho algo, sino por pertenecer a un grupo que ya a priori es considerado culpable de todos los males. Todo esto debe preocuparnos porque genera en la sociedad argentina una pulsión de violencia, un ansia desmedida de castigo. Yo creo que es preferible la admisión de un cierto grado de intensidad del delito a la creación de un cuerpo de represión tal que para impedir ese grado de delitos se convierta en una tiranía insoportable para todos nosotros”.

BLABLABLA

Acorde con una teoría que el periodista español Ignacio Ramonet sostiene desde hace años, y que encontró una comprobación alucinante en la cobertura de la caída de las Torres Gemelas en el año 2001, hoy la enorme cantidad de información no deja espacio para fichar qué piezas clave están faltando en el tablero. Esa idea de nueva censura rige para todo. ¿Qué discurso político –más racional y documentado– queda sepultado por las palabras mediáticas que apoyan un “ellos” (los delincuentes) y un “nosotros” (los que vivimos en riesgo)?
Ulanovsky señala otro aspecto a tener en cuenta: “A mí me molesta mucho cuando se termina con frases apocalípticas, del tipo ‘Así no podemos seguir’. Por ejemplo, la frase de Georgina Barbarossa: ‘La Argentina es Colombia’. Hay que tener una mínima información para hablar de la situación. Hay frases que son la materia prima que la televisión necesita pero que generan en el corto y en el mediano plazo mucho desasosiego y desesperanza”.
Víctor Hugo Morales pide en su programa de radio que se reproduzcan comentarios más lúcidos, y también hay algo del orden de la sensatez. Los dichos de Luis Alberto Spinetta, por ejemplo, acaso por no ser representativos de un sistema binario de opinión, fueron mucho menos tratados. En el programa radial de Ernesto Tenembaum, Spinetta se planteaba una situación dilemática, sin resolución para él, frente a la sensación de bronca e impotencia luego de un asesinato irreflexivo por un lado; la idea fundamentalista de la pena de muerte a los delincuentes por otro; y la sobrevivencia de quienes mataron a 30 mil personas.
El recorte mediático está en lo alto del debate. Así como en los noticieros televisados el testimonio directo de la víctima adquiere un impacto estremecedor, el carácter personal de las peleas político-mediáticas no da demasiado aire a un análisis de la situación objetivo y documentado. “Habría que hacer una investigación muy seria y profunda para ver si el tema de la inseguridad está estimulado por los medios –dice Ulanovsky–. No hay que descreer de la fidelidad de ciertas estadísticas oficiales, pero eso se contrapone absolutamente con el saldo que le deja a uno ver la televisión o escuchar la radio. Tampoco hay que caer en hablar en función de cómo me fue a mí. Yo creo que hay un montón de elementos que me llevan a pensar que hay más inseguridad que en otras épocas.”
Ese es un tema: ¿nos podemos acostumbrar a una permanente sospecha frente a todo lo que vemos?
El arrebato, la opinología catástrofe y la furia comunicada fueron avistadas, antes que por Canosa, por la dupla estelar de Diego Capusotto y Pedro Saborido. Ellos, mentores de Bombita Rodríguez, el montonero alegre, eligieron para la radio a Arnaldo Pérez Manija, que reproduce la pregunta hastiada de Catilina como nombre de su programa: “¿Hasta cuándo?” (dentro del programa Lucy en el cielo con Capusottos). Allí, desliza a lo largo de unos minutos una sucesión de muertes y de desgracias que acontecen en el país todos los días, con efusividad infeliz y acelerada. Muertes, corrupción, pedidos de renuncia desencajada (¡Renuncie montonero Cobos, re-nun-cie!) hablan de comunicadores pero también de oyentes. Dice Saborido: “Evidentemente reflejó la sensación de mucha gente de lo que se puede vivir a la mañana. Creo que la entrada tan clara de los medios a jugar en el mapa los pone más en el centro y también, por otro lado, algunos periodistas tienen la idea de que el ejercicio de la profesión consiste en estar todo el tiempo indignado. Yo tengo la sensación, no estoy seguro, de que la gente desconfía más de los medios desde hace un tiempo. De todos modos, me parece que hay distintos niveles. La televisión aborda temas sabiendo que impactan. Después viene si es bueno o malo. Pero también creo que hay gente a la que le encanta escuchar ese tipo de noticias a la mañana. Yo creo que están los comunicadores sinceros, los que sinceramente están disconformes o son críticos, los que lo hacen porque funciona y los que directamente operan. ¿Arnaldo Pérez Manija? Está entre los últimos dos”.
Es extraño el lugar de las ideologías en todo esto. Por un lado, el sesgo ideológico es evidente en el desprecio por los derechos humanos o el pedido de pena de muerte. Por otro, no necesariamente se pueden sacar conclusiones a partir de preocupaciones genuinas por la violencia y la seguridad (de hecho, el cuidadoso discurso de Marcelo Tinelli no puede ser calificado como extremista). Tal vez, la objeción más evidente que puede hacerse a este último discurso es la recurrente desconexión entre desigualdad e inseguridad.
Para Artemio López, sin embargo, al formar todo parte de un conflicto entre grupos empresarios y gobierno, tampoco lo ideológico es tan preponderante: “Yo pondría en segundo plano el componente ideológico. Es darle una lectura que excede a la confrontación. Durante el conflicto del subte había tapas que parecían escritas por mi amigo Jorge Altamira, y no quiere decir que los grupos empresarios se vayan a afiliar con el Partido Obrero”.
Los arrebatos famosos sobre la pena de muerte tienen, seguramente, un efecto en la temperatura de los espectadores y sus reclamos. Para Artemio López, sin embargo, su poder real como desestabilizadores no es absoluto: “Yo no veo que la opinión de famosos tenga un poder erosivo tan grande. Después de lo de Blumberg, que juntó medio millón de personas... Es como después de Led Zeppelin: todos suenan como una bandita de cuarta”.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5706-2009-11-23.html

domingo, 22 de noviembre de 2009

Buen Gentilicio

- Mayor Strasser: "¿Cuál es su nacionalidad?"




- Rick: "Soy borracho"