martes, 22 de diciembre de 2009

Popeye

La culpa , mi querido Brutus, no está en las estrella, sino en nosotros mismos

miércoles, 16 de diciembre de 2009

"El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez."



Breve diccionario del argentino exquisito





Carta abierta de MIguel Vilanova alias "botafogo



“Yo, don Vilanova, más conocido como Botafogo, en honor a mis cuarenta años de ruta junto al rock y el blues y a mis libros de enseñanza de música que han influenciado a varias generaciones de músicos, muchos de los cuales forman parte hoy de lo más valioso de la escena del rock actual: declaro responsables y culpables de la muerte de ciento noventa y ocho personas en Cromagnon y del cráneo destrozado de Rubén en Vélez, a las empresas discográficas, medios gráficos, radiales y televisivos, managers y representantes, que dieron difusión a grupos de mierda integrados por pseudo músicos horribles e hijos de puta que desde sus canciones y sus escenarios hablan de que está todo bien con el descontrol, la autodestrucción con la “merca”, el “paco”, el alcohol, los psicofármacos”.
“Ellos cobran dinero de SADAIC, regalías de la venta de sus discos, dinero fresco en sus shows… pueden robar un remís en Rosario y entrar por una puerta de la comisaría, firmar un autógrafo al comisario y salir por la puerta de atrás como si nada grave hubiera sucedido… Pueden salir al escenario con un porro de paco colgando de sus labios dando un ejemplo a sus seguidores que no están cubiertos por SADAIC, por una empresa discográfica multinacional, que no tienen una obra social como la de SADAIC o la de SADEM, que no tienen un mánager que les va a procurar un buen abogado… son muy injustos, muy cínicos, y muy poco concientes de lo que están haciendo… ¡Ustedes son culpables y cómplices de estas desgracias!”
“¿Vieron ustedes el bochorno de Pity “cantando” (graznando desafinadamente ) con Fito Páez? … ¿¡Qué mierda es eso!? ¡¡¡¡¡Eso es pura bosta!!!!!”
“Sin embargo goza de la aprobación y la difusión y de los favores de quienes acuso más arriba…¿Y los Callejeros? ¡¿Qué es esa basura?!… ¡¿Por qué difunden esa mierda que ni siquiera puede ser considerada música mala?!”
“Recientemente pedí apoyo al Zar del rock y pop porteño para un show mendigando un poco de difusión y como respuesta recibí un:-“No me interesa porque vos tocaste con Petinatto”- ¡¡¡¿¿¿ ¿??!!!”.
“Yo en mis temas hablo del amor, de los sueños, de las estrellas, de los vínculos, de la introspección, de los átomos, de la magia y el misterio de la vida, de volar con la mente, de imaginar un mundo mejor… y me veo obligado a andar mendigando un poquito de difusión…”
“Si ustedes difunden a Pity, a los Callejeros, y a un montón de grupos más que bajan línea de que está todo bien con el reviente -aunque algunos de ellos envían mientras tanto a sus hijos a colegios de curas ¿¡?! y ostentan símbolos nazis como adornos de sus escenografías-… ustedes son cómplices de difundir el consumo de paco, merca, alcohol… ¿de qué lado están?… ¿qué ganan ustedes con esto?… ¿qué oscuros intereses están favoreciendo?”
“Yo pertenezco a la generación de pibes influenciados por Almendra, Manal, Pappo’s Blues, Pescado Rabioso, Invisible, Aquelarre, Arco Iris, Vox Dei, Los Gatos, La pesada del Rock and Roll, etc., etc., etc.….. que me dieron ganas de ser músico y de cambiar el rumbo de mi vida hacia algo mejor que la mediocridad de aquellos días. Me mostraron que entre el negro y el blanco de la ‘argentinidad al palo’ había un hermoso arco iris… jamás me hablaron de drogas sino de despertares…”
“Gracias a ellos hace cuarenta años que me gano la vida honestamente como músico, gracias a ellos evolucioné como ser humano, intelectualmente, psicológicamente, espiritualmente, emocionalmente”.
“Los autos importados y las casas de los “countries” en las que habitan estos “Rey Midas del rock”, las compraron gracias a ese rock argentino que puso la piedra basal de este negocio, pero parece no recordarlo. Como ya se ha dicho, sus billeteras están forradas con la `’piel de los músicos”.
“Mucha de la pibada de hoy está descorazonada, desconcertada, frustrada, sin ilusiones, sin sueños, sin posibilidades, no cree en un porvenir y mucho peor: ¡están muy enojados!”
“Es nuestra obligación, es vuestra obligación, hablarles de que un mundo mejor es posible, para lo cual deben cuidar su cerebro de las drogas y el alcohol, porque el cerebro es el templo del alma, es un regalo del misterioso universo creativo con el que nos contacta la música, la buena música”.
Don Vilanova, alias Botafogo.
Firma: Miguel Ángel VilanovaDNI: 11.956.658Mat. Prof. de Músico: N° 4. Otorgada por la Sociedad Argentina de Músicos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

A la derecha de su televisor

La mecha se había encendido en la primera mitad del año, cuando Susana Giménez acuñó la desafortunada frase “El que mata tiene que morir” y recibió un numeroso apoyo de miembros encumbrados de la farándula. Pero en la última semana, el tema volvió con mayor intensidad, declaraciones de todo tenor y enfrentamientos abiertos. Tinelli, D’Elía, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Viviana Canosa, Jorge Rial, conductores, periodistas, noticieros, programas de chismes: las palabras de la farándula atravesaron toda la grilla de la pantalla. ¿Son producto de un giro a la derecha? ¿Responden a intereses? ¿Sorprende que lo digan o que lo celebren? ¿Cuál es su peso real en la opinión de la sociedad? Radar entrevistó a Alejandro Dolina, Carlos Ulanovsky, Pedro Saborido y Artemio López para abordar las diversas aristas que la polémica parece tener.

Por Natali Schejtman


¿Está mal ser rico? ¿A quién puede no importarle el tema inseguridad? ¿Por qué no podemos vivir como en Miami?

Estas y otras preguntas, tan profundas teóricamente como ligerísimas en su enunciado, fueron desparramadas como cotillón de carnaval carioca en las últimas semanas de televisión. Este vendría a ser un estadio más en una escalada de dardos que irrumpieron este año con vivacidad renovada y que parecieran estar corriendo de a poco la definición –siempre dinámica– de lo que es y no es corrección política. El puntapié más emblemático –pero no el primero– de esta última tendencia fue de Susana Giménez a principio de año, cuando, dolida por el asesinato de su asistente, cacareó su postura arrebatada, exigiendo que “el que mata debe morir”, y que “termínenla con los derechos humanos”.
Imposible saberlo, pero podríamos llegar a imaginar que en otro momento, estos exabruptos hubieran sido repudiados de manera unánime y convertidos en una perlita lastimosa, de esas que mejor no haber grabado. Como le pasó a Fernando Siro, al que se recurría para escandalizarse y quien murió con el mote de “controvertido actor y director”. Bueno, no era Susana Giménez. ¿Pero será su carácter de muy famosa suficiente para generar el efecto de dominó de cartas sobre la mesa al que asistimos en los últimos meses? Imposible saberlo.
Hay mucha más materia prima que habla de un clima caldeado, reproducida infinidad de veces por los programas de archivo que los convierten en slogans, aunque sea para criticarlos con fervor. La tentación de caer en los reduccionismos es, por otro lado, un mal que abunda en estos días y no sólo en la pantalla: mirar con buenos ojos una nueva ley de medios es oficialista y temer por la inseguridad es de derecha.
Pero ante un elenco variopinto de famosos ocupándose de la coyuntura, mejor separar las manifestaciones, espontáneas o no, antes que juntarlas. Susana Giménez agregó al lema “el que mata tiene que morir” un pedido de más represión para parar el caos (a días de haber lanzado su primera consigna, relativizó lo dicho agregando un “en la cárcel”, mandato que obedeció a su condición de católica). Cacho Castaña le dio el visto bueno a su declaración y llegó a pedir la construcción de un paredón para que “empiecen a desfilar”, dijo, canchero, ahora que está de moda animarse a más. Sandro, lo mismo: a favor de que el que mata muera, en contra de la pena de muerte debido a su cristiandad (¿?). Desde entonces, Susana Giménez no ha parado de hablar del tema, yendo y viniendo entre insultos e indignaciones. Moria Casán opinó en un resumen editado y producido por TVR hace ya un tiempo: “Para un tipo que hace algo malo, matarlo me parece demasiado compasivo porque se le termina enseguida, y meterlo en la cárcel me parece muy largo porque lo tengo que mantener yo, así que realmente no sé lo que hay que hacer”. En las últimas semanas, Mirtha Legrand editorializó varios de sus almuerzos pidiéndole a la Presidenta que diga “cómo van a cuidarnos”, preocupada porque “nos están matando a todos, nos están matando todos los días; no se puede vivir así” y porque volvió de Miami lamentando que ahí puede no estar agarrándose la cartera.
Marcelo Tinelli fue, como suele suceder, hábil y empático: habló de la inseguridad de la misma manera que te habla un kiosquero que teme por su renta, utilizando la palabra paz en reiteradas ocasiones. Luego, se dirigió a Luis D’Elía. Las idas y venidas de esta comedia de enredos (porque en este caso lo es, de hecho hace no mucho D’Elía participó en el programa para vérselas con su imitador) generó escenas tales como un nuevo discurso de Tinelli. Sin música de fondo ni voz exaltada, habló de cómo él había hecho su dinero, de la sed revanchista de D’Elía (“Luisito, mi amor”) y le respondió de paso al senador Pichetto. Incluso llegó a desenrollar una presentación del programa emulando a Moulin Rouge, en alusión a la acusación de D’Elía según la cual Tinelli era el dueño del prostíbulo. En la misma arena colorinche y en el marco de una confrontación de grupos mediáticos existente, Viviana Canosa, periodista chimentera ex miembro de las huestes de Jorge Rial, instó a que “basta de generar pánico en la gente”. Hastiados ella y su panel, pidieron, en resumidas cuentas y desde Canal 9, profundidad en los análisis o buena onda y entretenimiento y Canosa sentenció, enfurecida y bocasucia: “No vamos a evitar la realidad y está bueno que contemos lo que pasa y lo que sentimos, pero de ahí a empezar a crear pánico en la gente es un horror y es una vergüenza. Dejemos de ser tan golpistas. Es un espanto. No se puede ver la televisión ni de tarde ni de noche, todo el día es un horror, pánico, no se puede vivir así. Es horrible”, dijo. Su escolta panelista se destacó al referirse a Mirtha Legrand como tilinga por quejarse de la inseguridad en la misma frase en la que hablaba de su viaje a Miami. Rial, desde el canal que pertenece a Francisco de Narváez, toma otra postura, agresiva e insistente, pero no tan encasillable, y pide a líderes del gobierno y la oposición, como Pino Solanas o Gabriela Michetti, que aparezcan en el tema, entre otros muchos despotriques. En su programa, entrevistó a Chiche Gelblung sobre el boom de la farándula y le preguntó si él sentía esa suerte de “tic del progresismo” que impide que “el famoso, el popular, el que tiene un medio” tenga derecho a opinar. Entre otras muchas cosas, Chiche confesó que está “cagado de miedo” y habló, sin exaltarse, de los problemas del discurso progresista en materia de inseguridad.
En tanto, en la ficción para adolescentes Casi Angeles hubo una escena en la que una mandataria anunciaba vía tevé el haber tomado posesión de todos los medios nacionales.
Cruces interdisciplinarios (Hebe de Bonafini vs. Moria Casán, con penoso espectáculo de esta última en el programa de Pettinato incluido; Pichetto vs. Tinelli, Mirtha y Susana; D’Elía vs. Todos), tonos alzados y cambios de opinión variados forman parte de una programación que puede analizarse desde lo mediático (la pasión de la tele por el escándalo) y desde lo político (quién está con quién). La porosidad de los géneros televisivos no es nueva en la pantalla (¿qué es un noticiero?, ¿qué es un programa de espectáculos?), pero hoy absorbe, refleja y potencia el asunto desde el show business. Y la llamada crispación sintoniza en el dial de los extremos. Al respecto, Pedro Saborido, guionista y creador de Peter Capusotto y sus videos, relativiza el paño: “Me parece que son 4 o 5 los que hablan con la medianía general... Es lo que muchos dicen en la calle, todos los días. No siento que sean cuadros de la derecha los que están hablando, ésa es una intuición. Que terminen siendo funcionales es otra cosa, pero no me imagino a Susana Giménez en reuniones de alto vuelo político de la derecha. Cuando uno lo escuchaba a Borges decir que la democracia era un abuso de las estadísticas eso sí era más glamoroso y sofisticado. Por otro lado, también para los políticos hoy la utilización de los medios como plataforma es habitual. Es más efectivo ir al programa de Morales Solá que hacer un acto. Todos de alguna manera comparten el terreno televisivo, hay una mezcla y se rompen las fronteras. En definitiva, mirás todo con el mismo aparatito. Cambiás de canal de un programa político a Dr. House”. Saborido trae a la discusión el camino invertido: el de los políticos televisados, convertidos en actores de un reality (en la campaña fue impresionante). Menciona entonces la influencia del debate de candidatos previo a las últimas elecciones: “Hay gente que te decía la voy a votar a Michetti porque la vi más suelta, más fresca. Prat Gay estaba muy duro, como si de repente los políticos tuvieran que dar bien en cámara”.

BAR DO

Con el repertorio citado de frases lapidarias, lejos, muy lejos parece estar la época en que en el 2004, con Kirchner en la presidencia, el dream team de Polémica en el bar se atrincheraba como víctimas del ninguneo del progresismo que empezaba a ser oficial. Después de haber recogido muy pocos premios Martín Fierro desde Radio 10, denunciaban que en esa era, en la que el premio iba para los Alivertis, darle el premio a Baby Etchecopar hubiera generado una silbatina.
Hoy, los bares no dejan de ser el terreno romántico de la charla política. Como si fuera un espejo programado, el café actual es De las Palabras, y allí Rafael Bielsa, Artemio López y Eduardo Valdez e invitados también se hacen carne de su extraño lugar de oficialismo en la periferia. Vale la pena recordar, durante la vuelta de la democracia, la frase acuñada por Sergio Velazco Ferrero, que denominaba “la patota cultural” a aquellos que estaban ocupando lugares en la pantalla y por los cuales veía amenazado el suyo. Carlos Ulanovsky, periodista e investigador de la radio y la televisión, autor del reciente ¡Qué desastre la TV! Pero cómo me gusta... junto a Pablo Sirvén, propone pensar el asunto desde los desplazamientos: “El inicio de época o de nueva etapa política implica el desplazamiento de determinadas figuras de la televisión. No siempre es una censura, o no es necesariamente ideológica. Le pasó a Mirtha Legrand con Alfonsín, que finalmente no pudo arreglar contrato con ningún canal de aire y recién volvió 10 años después con Menem. También sucede que acá hay una idea de que los puestos y lugares de trabajo se ganan para toda la eternidad y la verdad es que no es así. Aunque el caso de Mirtha demuestre que es bastante parecido a eso”.
De alguna manera son esos factores dinámicos y culturales los que después pintan el color de una época. ¿Estamos, acaso, ante el momento de la televisión radicalizada? ¿Están legitimados la violencia verbal y los pedidos de represión, entre otras cosas?
El consultor Artemio López, director de la consultora Equis, señala: “En la aparición de Tinelli, Legrand y Susana hay cierta diversidad... no es todo lo mismo. Susana y Mirtha no se fueron a la derecha, lo que pasa es que hoy tienen más visibilidad porque el discurso que normalmente propagan está más visible en función de la editorialización de los medios que las contratan. Creo que en el caso de Tinelli es distinto. Tiene que subir la apuesta porque durante el año pasado lo trató bien a Kirchner”. Pero entonces... ¿quejarse de la inseguridad es siempre opositor? “En líneas generales, sí”, dice López. “Como es un tema que nadie va a resolver tal cual está planteada la sociedad hoy en día en lo social y lo económico (además de que no es grave en el contexto latinoamericano), y tiene una complejidad infinita, está contra todos los niveles de gestión nacional, municipal y provincial. Es un comodín, pero produce efectos discretos. No tan contundentes.”
Quizá también haya que tener en cuenta las impurezas del medio. Si los políticos se presentan en programas de espectáculos, ¿por qué los conductores no pueden dar su mirada de la realidad? Según las características actuales –y también en base a la reflexión de Saborido–, parece ser más probable que un político se esfuerce en dar mejor en cámara que que un conductor se concientice acerca de la necesidad de fundamentar y arraigar una opinión en el marco de un análisis profundo. Eso podría explicar algún aspecto del panorama. En una pantalla que encontró en la mezcla el multitarget, los temas se pasan de boca en boca. Los políticos hablan en Intrusos en el espectáculo (cuyo nombre se resignifica permanentemente), Mirtha Legrand recibe un día a Cafiero (con quien protagonizó una discusión de antología), otro día a Silvina Escudero, y combina el anuncio de su intención de marchar contra la inseguridad con un spray para el pelo. Así y todo, quedó demostrado que con su estilo pudo arrinconar a más de un político en campaña. En el libro de Sirvén y Ulanovsky, los autores citan un artículo del anuario del año 2007 (otro año de elecciones) de televisión.com.ar que mencionaba que los programas políticos estaban como “perdidos en la pantalla”. El sitio observa una recurrencia durante este año de elecciones, y concluye: “Almorzando con Mirtha Legrand tomó el lugar del programa político de la televisión argentina, apoyado en la falta de ciclos del género y en la debilidad de los que están”.
Ulanovsky analiza la situación de los dichos faranduleros, sin caer en lugares comunes: “Todos tienen derecho a opinar. No por eso merecen el término de derechistas. Sin embargo, veo que esas opiniones prenden muchísimo, un poco porque estos famosos tienen una influencia innegable y otro poco porque una de las preocupaciones presentes es la seguridad. Lo curioso es que es más influyente lo que dice Susana que Stornelli, Arslanian o Aníbal Fernández, con cifras que prueban que la inseguridad bajó”, dice, en alusión a una escena en la que Stornelli señala números de la provincia de Buenos Aires y Mirtha le pregunta: “¿Usted está seguro de lo que dice?”. Sigue Ulanovsky: “Hay un montón de espacios y cámaras dedicadas a propiciar el escándalo, el club de la pelea, como si éste fuera el único sentido de la TV. Y muchas veces enganchan a los famosos. Para algunos medios es una manera fácil de hacer oposición. Tal vez, aquellas personas que son más influyentes deberían ser más cuidadosas en sus juicios. Bueno, algunos dirán: Kirchner es influyente y no es cuidadoso al confrontar con diversos sectores”.
¿Hablan las figuras públicas por convicción, son voceros de una estructura mayor? ¿O las dos cosas a la vez y cada uno está donde debe estar? Alejandro Dolina reflexiona sobre el asunto de una manera integral. Y dice: “No solamente es la farándula la que está preocupadísima por el tema de la inseguridad, sino también la sociedad toda a partir del gran despliegue que los medios hacen de ese problema, que es ciertamente un problema, pero que existe también en otras sociedades sin que se produzca un fenómeno con el énfasis con el que se está produciendo en la Argentina. La farándula se hace eco de esa circunstancia, que a mí me parece que le pone una especie de glamour, les pone cierta gracia y hasta cierta simpatía a algunos pensamientos que habitualmente no son simpáticos, glamorosos ni graciosos. En la Argentina yo tengo la sensación de que la derecha se ha adueñado del sentido común. Pensamientos que hasta no hace mucho eran vergonzantes se explican ahora públicamente incluso con orgullo. Y cuando figuras muy conocidas adhieren a esos pensamientos y le ponen su cara famosa y hacen su testimonial, entonces las muchedumbres se entusiasman. Ese pensamiento tiene otro aval. Los medios saludan las opiniones de la derecha, las auspician, las festejan, y ahora la farándula las firma con su prestigio. Yo no considero que esté mal que un artista se pronuncie individualmente. Y desde luego puede tener opiniones de derecha. No debe combatirse eso. Cómo vamos a prohibirle a Susana Giménez que diga lo que piensa”.
¿La derecha estaría volviendo al centro de la escena? ¿O estamos ante una radicalización de los discursos mediáticos en general? Al pensar en el escenario ideológico, Dolina continúa: “Yo diría que, simplificando mucho, podría leerse así: el neoliberalismo desea un Estado ausente, desea que el Estado no intervenga en su prosperidad. Que no venga a recortarla, por ejemplo, con impuestos. Ahí desean que los mercados actúen y que eso provoque naturalmente la riqueza de unos y la pobreza de otros. Pero claro, cuando se produce la riqueza de uno y la pobreza de otros van quedando –y así ha ocurrido históricamente en la Argentina– fuera del mercado de consumo muchísimas personas que pierden su trabajo, que se ven acorralados en unas formas de vida cada vez más marginales, más miserables. Parte de esa gente reacciona. ¿De qué manera? Tiene empleos irregulares, cartonean, protestan, hacen piquetes, y llegado el caso delinquen, porque ha sido eliminada del mercado de consumo y de producción y algo tienen que hacer. Ahora bien, cuando se produce este fenómeno, cuando esas masas irrumpen de distintas formas, siempre de maneras desagradables naturalmente para los buenos burgueses que han prosperado, estas personas que antes eran partidarias del laissez faire, laissez passer, que querían que el Estado se mantuviera ajeno, entonces exigen que ese Estado intervenga. Ya no es para regular qué se planta y dónde, sino para reprimir. Y entonces aparece el tema de la inseguridad. Y aparece el sentido común: a las personas que tratan de apoderarse de lo que es nuestro entonces hay que castigarlas, que encarcelarlas, y llegado el caso, matarlas. Esa es a grandes rasgos la ideología que impera. En algunas personas ciertos sucesos les producen unas reacciones emocionales que fácilmente las precipitan en este pensamiento. Ahora bien, generalmente la gente de la farándula pertenece a los que están en peligro de que los roben y por ahí sus beneficios sean reducidos, etcétera. Naturalmente producen una reacción de clase, una reacción de la clase dominante que se ve amenazada por algunos emergentes que son resultado de gravísimos problemas sociales que este país tiene. Quiere decir que sí, son representantes de una clase dominante, y sí, configuran claros panoramas del pensamiento de derecha. Por más que este pensamiento esté adornado de florilogios republicanos como la libertad, derecho a transitar libremente, a comprar y a vender, a comerciar y a tener una propiedad privada que es inviolable. Y cuando ese pensamiento se tiñe de intolerancia, tenemos derecho a nombrarlo como fascismo. Una de las características principales del fascismo es que las culpas no provienen de acciones de las personas sino de pertenencias a los grupos. Uno es culpable no por haber hecho algo, sino por pertenecer a un grupo que ya a priori es considerado culpable de todos los males. Todo esto debe preocuparnos porque genera en la sociedad argentina una pulsión de violencia, un ansia desmedida de castigo. Yo creo que es preferible la admisión de un cierto grado de intensidad del delito a la creación de un cuerpo de represión tal que para impedir ese grado de delitos se convierta en una tiranía insoportable para todos nosotros”.

BLABLABLA

Acorde con una teoría que el periodista español Ignacio Ramonet sostiene desde hace años, y que encontró una comprobación alucinante en la cobertura de la caída de las Torres Gemelas en el año 2001, hoy la enorme cantidad de información no deja espacio para fichar qué piezas clave están faltando en el tablero. Esa idea de nueva censura rige para todo. ¿Qué discurso político –más racional y documentado– queda sepultado por las palabras mediáticas que apoyan un “ellos” (los delincuentes) y un “nosotros” (los que vivimos en riesgo)?
Ulanovsky señala otro aspecto a tener en cuenta: “A mí me molesta mucho cuando se termina con frases apocalípticas, del tipo ‘Así no podemos seguir’. Por ejemplo, la frase de Georgina Barbarossa: ‘La Argentina es Colombia’. Hay que tener una mínima información para hablar de la situación. Hay frases que son la materia prima que la televisión necesita pero que generan en el corto y en el mediano plazo mucho desasosiego y desesperanza”.
Víctor Hugo Morales pide en su programa de radio que se reproduzcan comentarios más lúcidos, y también hay algo del orden de la sensatez. Los dichos de Luis Alberto Spinetta, por ejemplo, acaso por no ser representativos de un sistema binario de opinión, fueron mucho menos tratados. En el programa radial de Ernesto Tenembaum, Spinetta se planteaba una situación dilemática, sin resolución para él, frente a la sensación de bronca e impotencia luego de un asesinato irreflexivo por un lado; la idea fundamentalista de la pena de muerte a los delincuentes por otro; y la sobrevivencia de quienes mataron a 30 mil personas.
El recorte mediático está en lo alto del debate. Así como en los noticieros televisados el testimonio directo de la víctima adquiere un impacto estremecedor, el carácter personal de las peleas político-mediáticas no da demasiado aire a un análisis de la situación objetivo y documentado. “Habría que hacer una investigación muy seria y profunda para ver si el tema de la inseguridad está estimulado por los medios –dice Ulanovsky–. No hay que descreer de la fidelidad de ciertas estadísticas oficiales, pero eso se contrapone absolutamente con el saldo que le deja a uno ver la televisión o escuchar la radio. Tampoco hay que caer en hablar en función de cómo me fue a mí. Yo creo que hay un montón de elementos que me llevan a pensar que hay más inseguridad que en otras épocas.”
Ese es un tema: ¿nos podemos acostumbrar a una permanente sospecha frente a todo lo que vemos?
El arrebato, la opinología catástrofe y la furia comunicada fueron avistadas, antes que por Canosa, por la dupla estelar de Diego Capusotto y Pedro Saborido. Ellos, mentores de Bombita Rodríguez, el montonero alegre, eligieron para la radio a Arnaldo Pérez Manija, que reproduce la pregunta hastiada de Catilina como nombre de su programa: “¿Hasta cuándo?” (dentro del programa Lucy en el cielo con Capusottos). Allí, desliza a lo largo de unos minutos una sucesión de muertes y de desgracias que acontecen en el país todos los días, con efusividad infeliz y acelerada. Muertes, corrupción, pedidos de renuncia desencajada (¡Renuncie montonero Cobos, re-nun-cie!) hablan de comunicadores pero también de oyentes. Dice Saborido: “Evidentemente reflejó la sensación de mucha gente de lo que se puede vivir a la mañana. Creo que la entrada tan clara de los medios a jugar en el mapa los pone más en el centro y también, por otro lado, algunos periodistas tienen la idea de que el ejercicio de la profesión consiste en estar todo el tiempo indignado. Yo tengo la sensación, no estoy seguro, de que la gente desconfía más de los medios desde hace un tiempo. De todos modos, me parece que hay distintos niveles. La televisión aborda temas sabiendo que impactan. Después viene si es bueno o malo. Pero también creo que hay gente a la que le encanta escuchar ese tipo de noticias a la mañana. Yo creo que están los comunicadores sinceros, los que sinceramente están disconformes o son críticos, los que lo hacen porque funciona y los que directamente operan. ¿Arnaldo Pérez Manija? Está entre los últimos dos”.
Es extraño el lugar de las ideologías en todo esto. Por un lado, el sesgo ideológico es evidente en el desprecio por los derechos humanos o el pedido de pena de muerte. Por otro, no necesariamente se pueden sacar conclusiones a partir de preocupaciones genuinas por la violencia y la seguridad (de hecho, el cuidadoso discurso de Marcelo Tinelli no puede ser calificado como extremista). Tal vez, la objeción más evidente que puede hacerse a este último discurso es la recurrente desconexión entre desigualdad e inseguridad.
Para Artemio López, sin embargo, al formar todo parte de un conflicto entre grupos empresarios y gobierno, tampoco lo ideológico es tan preponderante: “Yo pondría en segundo plano el componente ideológico. Es darle una lectura que excede a la confrontación. Durante el conflicto del subte había tapas que parecían escritas por mi amigo Jorge Altamira, y no quiere decir que los grupos empresarios se vayan a afiliar con el Partido Obrero”.
Los arrebatos famosos sobre la pena de muerte tienen, seguramente, un efecto en la temperatura de los espectadores y sus reclamos. Para Artemio López, sin embargo, su poder real como desestabilizadores no es absoluto: “Yo no veo que la opinión de famosos tenga un poder erosivo tan grande. Después de lo de Blumberg, que juntó medio millón de personas... Es como después de Led Zeppelin: todos suenan como una bandita de cuarta”.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5706-2009-11-23.html

domingo, 22 de noviembre de 2009

Buen Gentilicio

- Mayor Strasser: "¿Cuál es su nacionalidad?"




- Rick: "Soy borracho"

miércoles, 21 de octubre de 2009

Del Argentino Exquisito

"¿Sabe por qué defiendo a Maradona? Por personas como usted"


En su programa radial "La Venganza" de anoche mismo, Alejandro Dolina, ante el mensaje de una oyente, se expidió con vehemencia sobre el Maradonagate. "Una oyente dice: 'Estimado Dolina, ¿ya no defiende más a Maradona? ¿O acaso ya no hay ningún Sargento Cruz? Vea: Ud. ayudó a alimentar al monstruo que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial. Cordialmente. Ingrid Hammer'", comentó Dolina.
Y prosiguió: "Mi respuesta es SÍ. Yo he resuelto -después de un extravío- bancar a Maradona en esto. ¿Sabe por qué? Por personas como usted. La indignación burguesa que sucedió al exabrupto de Maradona fue totalmente patética y asqueante. Un mundo totalmente hipócrita, el mundo de la radio, donde se escucha eso mismo que Diego dijo bajo emoción violenta, pero libreteado (y en la televisión ni hablemos), ese mundo se indignó. Esos tipos se indignaron. Y esa indignación burguesa me hace ponerme inmediatamente en la vereda de enfrente.
"Y lo que un tipo dijo, obnubilado por el momento, por la emoción, por su propia historia, y por su propia condición, después fue repetido ad nauseam por todos los noticieros, con subrayados, subtitulados, duplicaciones, ampliaciones y circulación por Internet, por tipos que no estaban ni obnubilados, ni en estado de emoción violenta, ni perturbados por ninguna cosa, sino que lo planearon diecinueve mil veces. Esos tipos ahora se ponen en la superioridad moral de preguntarme a mí si lo defiendo a Maradona. Bueno, sí, lo defiendo. Si es contra ustedes, lo defiendo. Lo defiendo totalmente.
"Y eso de 'que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial'... ¡Cipayos provincianos que quieren quedar bien con sus supuestos amos europeos! ¡Yo no tengo ningún interés en quedar bien ante la prensa mundial! ¡No es ésa nuestra obligación! ¿Qué tenemos que quedar bien ante nadie? ¿Ante quiénes? ¿Ante gobiernos que aniquilan a sus enemigos? ¿Ante quién tenemos que quedar bien? ¿Dónde esta la Fiscalía del Universo? ¿Dónde está la reserva moral de la Humanidad? ¿En Estados Unidos? ¿En Europa? ¡Déjeme que me muera de risa, Ingrid Hammer!
"Y otra cosa: muchas veces, pero muchas, en los medios se dicen cosas muy interesantes. Yo he escuchado casi revelaciones, a veces, dichas por tipos a los que yo admiro mucho. A veces son intelectuales, como, no sé, el finado Casullo, o Dubati, o José Pablo Feinmann, tipos que realmente tienen un pensamiento interesante. Otras veces son artistas, o incluso locutores, del calibre de Larrea, o de Carrizo, tipos que por ahí dicen cosas que te hacen decir "pero mirá que bien pensó éste". Bueno, a esos NUNCA, nunca los vi duplicados en los noticieros, con subtitulados y subrayados. No los vi nunca porque a esta gente no le interesa el pensamiento ni la inteligencia, le interesa la BASURA. Y entonces Maradona dice esto y ellos lo repiten ciento diez mil veces. Eso es un asco.
"Así que ¿a qué jugamos? ¿Qué es esto? ¿Qué es esto de indignarse, de enojarse y de sorprenderse? Lo dice un Senador de la Nación, y es un piola. Lo dice Maradona, y aparece todo el racismo, todo el desprecio por los pobres, aparecen los de siempre, los muchachos de siempre, a indignarse: ¡oh, la cultura! ¡Nuestro embajador! ¿Qué embajador? Es Diego Maradona, viejo. Los que tienen que ser cultos son ustedes, no él. Él tiene que dirigir la Selección de Fútbol, y si lo eligieron a él, bueno, es ése, y no Pancho Ibáñez.
"Así que sí, lo defiendo a Maradona. Ante usted lo voy a defender siempre".





Los periodistas y el agua bendita



Las expresiones de Diego Maradona al término del partido con Uruguay han dado lugar a todo tipo de comentarios. Aquí Gustavo Bulla y José Garriga Zucal advierten acerca de las vinculaciones de algunas de esas reacciones con intereses mediáticos y políticos.



Por Gustavo Bulla *
Las expresiones respecto de los periodistas del director técnico del seleccionado de fútbol argentino tras la conquista de la cuarta y última plaza sudamericana para clasificarse al Mundial de Sudáfrica 2010 han convulsionado al ambiente mediático y eclipsado en los últimos días otros tópicos trabajados hasta la saturación por los medios de comunicación opositores al Gobierno, aunque no les falta razón a aquellos que creen ver aquí también otro capítulo de la misma disputa política.
Dieguito no se ha caracterizado a lo largo de su extensa vida pública por hacer declaraciones políticamente correctas, mucho menos luego de abandonar el deporte que sin dudas no sería el mismo sin su aporte de genialidad inigualable. Es que El Diego es El Diego por lo que nos regaló a los futboleros en el verde césped. Lo de afuera (las declaraciones, las contradicciones, los despelotes de su vida) agiganta el mito, pero nada sería igual sin los caños, sin las rabonas, sin las apiladas, sin esa zurda mágica, que no me las contaron, que no las vi por TV o en viejos videos, que tuve la suerte de verlas en la cancha y con mi camiseta de toda la vida en su pecho: es, ni más ni menos, el más grande jugador de fútbol del que fuimos contemporáneos.
Ahora que disparó contra los periodistas algunos parecen haber descubierto el agua tibia: no se ubica en su nuevo rol de DT de la Selección. ¡Chocolate por la noticia! ¿O las declaraciones con las que promovió la salida confusa de Riquelme de la Selección fueron apropiadas para su rol, o la botoneada con que hizo callar a Pipo Gorosito por bancar a Román sí lo fue? Pero claro, como el 10 de Boca es un tipo antipático para la prensa, entre otras cosas porque no da notas exclusivas a los periodistas –salvo cuando decide renunciar al seleccionado nacional–, todos miraron para otro lado. Los que viven de decirle todo que sí a Diegote, por supuesto, y los que no también.
Pero ahora Maradona se metió con la corporación periodística y eso no se perdona y seguramente no se olvidará. Esos seres extraordinarios, que a diferencia de los políticos, deportistas, dirigentes sociales y las masas, logran dejar de lado sus pasiones, sus intereses materiales y ejercen la objetividad con la que reflejan la realidad tal cual es...
Lo peor de esta disputa es que todos tienen razón: el periodismo –¿deportivo?– es en promedio tan pobre como las actuaciones del equipo dirigido por Maradona. Pero eso parece ya no importar. Ahora lo importante es el papelón internacional por las declaraciones groseras. ¿Cómo queda la imagen del país en los medios de todo el mundo? ¿Qué espera la FIFA –con perdón de la palabra– para sancionar a este maleducado? Y Grondona, en lugar de hacer acuerdos con el Gobierno, ¿por qué no se ocupa de poner en caja a este villero que pese a haber ganado mucho dinero, nunca aprendió a comportarse como gente bien?
Maradona deberá aprender la lección mediática: del Papa para abajo se puede meter con cualquiera, pero con los periodistas no, ni mucho menos con los dineros de las empresas periodísticas. ¿Qué es eso de sacarse una foto con la Presidenta al estatizarse la televisación del fútbol?
Con el encumbrado columnista de La Nación Carlos Pagni pasó algo similar, pero en el sentido contrario. La difusión de una cámara sorpresa por parte de un programa emitido por Canal 7 en la que el periodista presuntamente acordaba una operación de prensa fue motivo de todo tipo de consideraciones respecto de la validez periodística de ese tipo de materiales, del lugar del medio público que debería abstenerse de realizar ese tipo de operaciones, de lo que sin dudas constituye un nuevo ataque del Gobierno contra la prensa independiente.
Nada se ha dicho, casi se ha silenciado explícitamente la noticia desde los grandes y más influyentes medios de comunicación. La utilización de la información y la opinión para provocar consecuencias económicas, empresariales y políticas, no parece ser motivo de preocupación para una prensa siempre dispuesta a sobreactuar la indignación que produce la corrupción pública.
La discusión de la cámara sorpresa es un debate interesantísimo a la luz de eso que solía llamarse ética periodística. Pero no porque esta vez el sorprendido fue un periodista destacado de un medio importante, sino por la deslealtad que supone para el ocasional e involuntario entrevistado. ¿El método es aceptable cuando se trata de un sacerdote, un intendente o un inspector municipal, pero es execrable si se trata de un periodista?
Mientras tanto, y a la espera de que la Justicia se expida sobre este caso particular, no estaría demás que se produjera una reflexión pública, desde las facultades y carreras de periodismo, desde las asociaciones gremiales y foros de periodistas y desde los propios medios de comunicación, respecto de estas cuestiones.
¿El árbol formal de la filmación anónima puede tapar el bosque de la corrupción –lamentablemente– bastante generalizada de la profesión? ¿Alguien cree honestamente que los periodistas se bañan en agua bendita? ¿El periodista/empresario no es una degeneración del primero de los términos? ¿Se puede seguir utilizando el doble estándar para fijar posición editorial sin por ello dañar la credibilidad de los medios de comunicación? ¿En aras de conservar el salario un periodista debe abandonar sus más profundas convicciones? ¿Qué cosa estamos haciendo mal en la formación de los periodistas –me hago cargo de la parte que nos toca en la universidad pública– para que éstos y otros interrogantes incómodos por ahora no encuentren respuestas?
Casi con la misma unanimidad con que la corporación mediática le cayó a Maradona, lo protegió a Pagni. Entre otras cosas, para esto debe servir la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, para escuchar toda la polifonía de voces y para que los periodistas profesionales –no sólo sus patrones– también puedan gozar de la libertad de expresión.


* Docente de Políticas de Comunicación UBA/UNLZ.


A no confundirnos

Las expresiones de Diego Maradona al término del partido con Uruguay han dado lugar a todo tipo de comentarios. Aquí Gustavo Bulla y José Garriga Zucal advierten acerca de las vinculaciones de algunas de esas reacciones con intereses mediáticos y políticos.

Por José Garriga Zucal *

A no confundirnos

Las palabras de Diego Maradona luego del encuentro de la Selección de fútbol de Argentina contra su par de Uruguay posibilitan una reflexión más profunda sobre las lógicas de los medios de comunicación.

Tres puntos para esta reflexión:

1 Las palabras de Maradona fueron agigantadas y desfiguradas. El destinatario de las mismas estalló en ira y exageró un exabrupto a tal punto de convertirlo en cuestión de Estado. Y todo esto sucedió porque Maradona insultó a los periodistas. Nada hubiese pasado si los insultos hubiesen tenido otro destino. Recordemos que hace unos días un senador de la Nación, posible candidato a presidente, hizo públicas declaraciones más que subidas de tono, en las que aconsejaba a sus colegas-competidores que se recontrametan en el medio del... Obviamente las palabras de Reutemann no tuvieron tanta repercusión porque no estaban dirigidas al corazón de los medios de comunicación. Corazón que parece ensañarse con Maradona por sus palabras pero también por sus acciones. La figura del técnico de la Selección Nacional de Fútbol es vapuleada por los medios de prensa por sus posiciones políticas ante la ley de medios y el cambio en las formas de televisación del fútbol. Lo contrario sucede con el automovilista devenido en político que es socio de todos los intereses de las grandes corporaciones mediáticas. Los dueños de los medios no perdonan y quieren hacer tronar el escarmiento sobre el “pibe de oro” por su rebeldía.

2 La confusión de los medios sostiene que las palabras de Maradona son un exabrupto, pero si se evalúan fríamente los dichos no se puede negar que sus usos no son muy distintos a los que hacen todos los actores del contexto del fútbol: jugadores, espectadores y hasta los mismos periodistas. Los exaltados periodistas que sostienen que a Maradona “se le salió la cadena” tienen, en muchas ocasiones, salidas similares. No son ejemplo de nada. Además, no para salvar la figura de Maradona sino con el único objeto de ponerlo en contexto, debemos decir que los dichos fueron hechos en una conferencia de prensa luego de un partido de fútbol. No era ni un concurso docente ni una presentación de la Argentina ante la OEA. No confundan.

Los mismos medios que se rasgan las vestiduras ante las palabras de Maradona son los que exaltan la falta de modales y de formas aduciendo que ése es el “folklore” del fútbol; y avalan, en la reproducción, los insultos de los espectadores. Otra vez la evaluación con doble estándar.

3 La desfiguración de las palabras de Maradona se basa en equivocar a un técnico con un embajador. Muchos medios de prensa, motivados por la constitución del fútbol como importante mercancía, equiparan al deporte con la Nación y sostienen que cuando habla un futbolista o un técnico habla un representante de la Nación. No hay que confundir, la patria y el fútbol son dos cosas distintas, muy distintas, estúpidamente confundidas desde el hecho de que se entona el Himno Nacional antes de un partido de fútbol. Aunque se las construya, son distintas.

A modo de reflexión final cabe decir que resultan tan desmesuradas las críticas como las palabras del técnico. Y que ambas son el resultado, excedido y dramatizado, de la defensa de intereses personales. Por un lado, los intereses de Maradona pasan por la defensa de su nombre, de su trayectoria y del cargo que ahora ocupa. De la vereda de enfrente, están algunos periodistas que reaccionan con vehemencia para defender sus inestables puestos de trabajo –luego de los cambios en el mercado televisivo– y los intereses de sus patrones. El fútbol no es sólo un deporte, es un gran negocio, donde confrontan intereses en pugna, pero no podemos confundir ese deporte, por más importante que sea, en términos culturales y económicos, con la Nación.

* Conicet/Unsam-Esc. Humanidades.


http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-133839-2009-10-21.html





jueves, 1 de octubre de 2009

Investigacion

No hay pueblo en el mundo mas interesado en los experimentos cambiarios que los argentinosBanker`s Magazine, 1899

sábado, 22 de agosto de 2009

Ni Wall Street ni NKVD

La Argentina tiene el sistema económico mas absurdo: un capitalismo sin mercado y un socialismo sin plan

Adolfo Sturzenegger, Mercado, plan, crecimiento, estabilización en Argentina (1984)

martes, 7 de julio de 2009

Del Argentino Exquisito

Pensar:

Verbo que sucita en quien lo emplea la incontenible deseo de añadir la preposición de. "Yo pienso de que"
Vease De que.

Brujas, Casería de:

Toda acción contra los comunistas

Cúpula

Grupo que circunstancialmente ejerce el poder. La cúpula cegetista, militar, eclesiástica

Diálogo

Conversación entre enemigos. "el funcionario nos declaró que el gobierno se muestra abierto al diálogo con la guerrilla"

Escuchabábamos:

Por escuchamos u oímos, dicen exquisitamente los locutores. "escuchabábamos al señor Ray Charles.""Escuchabábamos a Los Iracundos, en Una lágrima, un sollozo"

Esferico:

Pelota

Gran Danés:

Palabra de difícil manejo en plural. No Corrija "Paseando los grandaneses", por "paseando los Santos Bernados"

Incorporar nutrientes:

Comer. "Incorporar Nutrientes en un restaurante de la recoleta" (Marian Brow, Crónica porteña: los restaurantes, Villa Lugano, 1987)

Inicio:

Mas exquisito que comienzo, mucho más que principio. "desde el inicio de su gestion, el señor gobernador la embarró fiero"

lunes, 29 de junio de 2009

Es el campo, estúpido

Por Horacio Verbitsky

El bloque agrario parecía haber conseguido en las elecciones de ayer una victoria de alcance nacional, que implicaría una regresión profunda en el panorama político del país. El condicional depende de la estrechez de los márgenes en algunas provincias clave, como Buenos Aires y Santa Fe, cuya heterogeneidad social y política impide sacar conclusiones definitivas si la carga de datos no es representativa de sus distintas regiones. En casos similares varias veces los números de la noche cambiaron al alba. En esas dos provincias se define el liderazgo futuro del justicialismo gobernante. Es obvio que de los datos finales que obtengan Reutemann y Kirchner dependerán los alineamientos futuros de ese partido.

Pero con independencia de ese balance, que el lector ya conoce pero que era incógnita al escribirse esta columna, los datos parciales del escrutinio provisorio a la hora de cierre muestran el fracaso oficial y sobre todo el éxito del bloque agrario para convertir sus intereses en el sentido común de la sociedad. El rasgo más notable es el rechazo al gobierno nacional, continuación de la escalada que comenzó con el conflicto planteado por las cámaras patronales del campo en marzo del año pasado. Con algo más de la mitad de los votos escrutados, el ex presidente Néstor Kirchner estaba 2,4 puntos detrás en la provincia de Buenos Aires, aunque faltaban datos de municipios del conurbano que tal vez podían revertir ese desequilibrio, aunque también los de La Plata, que se presumían adversos. Pero ya no había dudas de que habían perdido los candidatos oficiales en un distrito tan significativo como Santa Cruz, la provincia de Kirchner. A esto se suma la paridad en Entre Ríos, la reducción de los márgenes de ventaja en varias provincias y los buenos desempeños de los líderes que desde distintas fuerzas políticas, de derecha a izquierda, enfrentaron con mayor decisión al gobierno de la presidente CFK en la batalla de las retenciones: Francisco De Narváez y Felipe Solá (apoyados por el sindicalista de los peones rurales Gerónimo Venegas) en la provincia de Buenos Aires, Julio Cobos en Mendoza, Luis Juez en Córdoba, Fernando Solanas en la Capital. Al cierre de esta edición no era claro el de-senlace de Santa Fe entre Carlos Reutemann y Rubén Giustiniani, ya que las cifras de la capital y del interior provincial daban ventaja a Reutemann, pero a medida que se iban contando los votos de Rosario esa diferencia se reducía a un punto y el Frente Progresista, que se iba imponiendo en diputados, tenía datos propios que lo daban ganador también para el Senado. En todo caso, tanto uno como otro militaron a favor de las cámaras agropecuarias y en contra del gobierno nacional.

Los hechos objetivos de la economía dicen que con los costos y los precios actuales de los principales cultivos del país, los pequeños productores de hasta 300 toneladas anuales tendrían una situación mucho más conveniente si la resolución 125 y sus modificatorias hubieran sido aprobadas por el Senado. Los márgenes brutos promedio son superiores este año a los del último quinquenio. Pero esta es la mejor medida del fiasco oficial en esta lucha, que para la Sociedad Rural y sus aliados no es por un punto más o menos de rentabilidad sino por la imposición de una hegemonía, que implica un proyecto que va mucho más allá de una u otra medida económica. Esa ofensiva se reforzará a partir de hoy. La debilidad del Gobierno se acentuará después del escrutinio, por los previsibles corrimientos de propios y ajenos, tanto en la dirigencia política como en las cámaras patronales y las grandes corporaciones. Las bancadas oficiales en ambas Cámaras del Congreso se han encogido en forma significativa, así como han crecido las del Acuerdo Cívico y Social, que abrió sus filas a los candidatos de las cámaras patronales agropecuarias. Nadie percibió antes que Elisa Carrió la importancia de ese bloque, al que se plegó aun antes del último conflicto. Ayer obtuvieron una docena de bancas agropecuarias.

El justicialismo comienza la búsqueda de un nuevo liderazgo, para el que ayer se ofreció también Maurizio Macri y del que tampoco se debería descartar a Daniel Scioli. El Grupo Clarín se propone sepultar el anteproyecto de ley de servicios audiovisuales. La Unión Industrial, que habla por Techint, entiende que una megadevaluación es la mejor prenda de unidad con la oligarquía agropecuaria, a expensas del salario de los trabajadores, que son los grandes derrotados de ayer. Tantos intereses y tan poderosos fueron demasiado para un gobierno que no supo organizar una fuerza política que respaldara las audaces medidas que adoptó para invertir una tendencia de tres décadas, que degradó a la sociedad. Tal vez eso ayude a entender cómo el voto popular pudo favorecer en porcentajes significativos a un candidato como De Narváez, de quien lo poco que se conoce es inquietante. Sólo la aversión irracional al Gobierno explica que los votantes hayan decidido ignorar la misteriosa trama de intereses que sostienen al hombre que ni siquiera se preocupó por negar las cuatro llamadas desde uno de sus celulares a un detenido al que la prensa bautizó como El Rey de la efedrina

martes, 5 de mayo de 2009

Marxista Bujarinista

"Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cuatro años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cuatro años!."

"Conozco a centenares de maridos que volverían felices al hogar si no hubiera una esposa que les esperara.


Quiten a las esposas del matrimonio y no habrá ningún divorcio."


"Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo"


"Detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Detrás de ella está su esposa."


"Disculpen si les llamo caballeros, pero todavía no les conozco bien".


"El matrimonio es la principal causa del divorcio"


"El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución."


"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."


"Hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!"


"He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso."


"He pasado una noche estupenda... pero no ha sido ésta."


"La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música"


"La próxima vez que lo vea, recuérdeme no saludarlo."


"No piense mal de mí, señorita. Mi interés por usted es puramente sexual."


"Nunca olvido una cara, pero en su caso estaré encantado de hacer una excepción".


"Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína."


"¿Pagar la cuenta? Que costumbre tan absurda."


"Pienso que todo el mundo debería creer en algo. Yo creo que voy a seguir bebiendo."


"¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?"


"Recuerde, señor, que estamos luchando por el honor de esta mujer, probablemente mucho más de lo que ella nunca hizo por sí misma".


"Si sigues cumpliendo años, acabarás muriéndote. Besos, Groucho."


"Siempre me casó un juez: debí haber exigido un jurado."


"Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo, el viejo Cyrus Tecumseh Flywheel. Si aún viviera, el mundo entero hablaría de él... ¿Que por qué? Porque si estuviera vivo tendría 140 años."

miércoles, 8 de abril de 2009

De Dantones Y FAA

"Me cuesta entender una revolución social encabezada por los inversores en dólares. Pido permiso para sentir más simpatía por los que ni cacerolas tienen"

miércoles, 25 de marzo de 2009

No todos piensan eso

La polémica fue abierta el 27 de febrero, el día en que fue asesinado el florista Gustavo Lanzavecchia, colaborador y amigo personal de la actriz y conductora de TV Susana Giménez. Con los ojos llorosos y a los gritos, la diva se puso el traje que alguna vez lució Juan Carlos Blumberg. “El que mata tiene que morir, no me importa si esto afecta mi imagen”, dijo Susana con voz firme. Fue justamente la imagen, y sobre todo sus palabras, las que recorrieron el país. “Basta de derechos humanos para los delincuentes. ¿No hay derechos humanos para las víctimas?”, bramó la estrella de la TV y pronto la siguieron manifestaciones similares, en boca de Sandro, Cacho Castaña y otras figuras mediáticas. Después vinieron algunas desmentidas y aclaraciones, pero la cuestión quedó instalada y el programa Intrusos en el espectáculo, que conduce Jorge Rial, sin abandonar el chisme barato, se convirtió en un “foro” donde se discutían temas como la seguridad y los cambios que debían hacerse en materia de legislación penal.

Un día después de sus primeras expresiones, durante una visita a la provincia de San Juan, Susana Giménez aclaró que sus palabras “el que mata tiene que morir” habían surgido en un momento en que estaba “re-caliente y dolida” por el asesinato de su amigo. De todos modos, como si fueran los responsables de la violencia, volvió a cargar contra los que defienden los derechos humanos. “Todo el mundo sabe dónde se vende la droga que enloquece a los chicos de las villas, y ahí tendrían que ir los de los derechos humanos a meterse, porque están matando a toda una generación.” Lo dijo como si los organismos de DD.HH. tuvieran poder de policía y como si no existiera la policía.

Los dichos de Susana fueron avalados por muchas personas anónimas, y por algunos famosos, como Roberto Sánchez, el popular Sandro, que primero pareció apoyar a la diva de la tele y luego aclaró, en comunicación telefónica con Telenueve, que entendía el dolor de Susana, pero que él no quiere la pena de muerte. Se quejó, eso sí, porque “no puede ser que los criminales estén sueltos y nosotros tras las rejas”. Después, Cacho Castaña dijo ante los medios que “el violador merece la pena de muerte”. Hasta Guillermo Coppola, el ex manager y ex amigo de Diego Maradona, al sufrir el asesinato de un conocido, su personal trainer Hernán Landolina, tuvo su intervención en el tema.

En ese caso, la que reflotó la pena capital fue la suegra de Landolina: “Nadie está haciendo nada. No podemos salir a la calle. Hay que hacer como dijo Susana Giménez, matarlos”. Más reflexivos, artistas como León Gieco, Susana Rinaldi, Roberto Carnaghi, Soledad Silveyra, Jorge Marrale, Pepe Soriano, Hugo Arana, Alejandro Dolina, Mex Urtizberea y Miguel Cantilo, o periodistas como María Laura Santillán, Nelson Castro, Alejandro Dolina, Adrián Paenza y Guillermo Andino opinaron sobre el tema, consultados por Página/12.



- León Gieco (músico): “Tengo la impresión de que ni Susana Giménez ni ninguno de los que han salido a hablar ‘a favor’ de este tipo de castigos sabe qué son. En el fondo, hablan desde el deseo de tomar justicia por mano propia. El inconveniente es que si entrás en el “ojo por ojo”, te ponés a la altura de los asesinos. Y todo esto se produce de cara a un sistema judicial embrollado: hecha la ley, se preparan las trampas. Cómo será de laberíntica la pirámide legal argentina que hace décadas que se intenta castigar a los militares genocidas y todavía están los que se las ingenian para zafar. Toda esta situación genera ansiedad: dejarse llevar por esa locura es convertirse en poco menos que un inquisidor. La respuesta real tiene que venir por el lado de la educación, la salud y el trabajo. Referirse a la pena de muerte con tanta insistencia es un distractor que señala la presencia de dos cosas concretas: mucha pena y mucha muerte. Por otro lado, si le damos tanta manija a esa clase de declaraciones, estamos en problemas. Esta semana, Susana dijo que había que mandar a los chicos a la colimba para que no entren en el paco y no estén en la calle ¡Como si el Ejército fuera una familia, o un centro de atención al adicto!”


- Adrián Paenza (matemático, escritor, periodista): “Como sociedad, intentar a volver a la época del ‘ojo por ojo y diente por diente’ es un paso hacia atrás. Tanto, que cada paso dado es un siglo de retroceso. No me molesta que se discuta el tema; hay que ofrecer el debate si es necesario. Pero creo que necesitamos darnos la Justicia que corresponde. Yo tengo una posición formada en contra de la pena de muerte. El castigo debe ser dado por los carriles de la Justicia y no quitando la vida. Sé que cuando alguien sufre una pérdida de un ser querido o es víctima de un hecho violento, la reacción primaria que surge es la de tomar venganza. Sin embargo, justamente nos diferenciamos de los animales porque somos racionales. El raciocinio es garante de la conservación de la vida social de los seres humanos. Así como hay una marcha de la pena de muerte, yo iniciaría una marcha silenciosa a favor de la Justicia”.


- Roberto Carnaghi (actor): “Me asaltaron hace quince días, pero no quiero entrar en rencillas ni opinar si Susana Giménez tiene razón o no. Propongo cambiar el eje. Básicamente, considero que no tiene ningún sentido seguir discutiendo sobre la pena de muerte. La inseguridad es un problema que se viene gestando desde hace mucho tiempo y todos somos en alguna medida responsables. No se va a acabar con más policía, ni con más violencia (de paso me pregunto: ¿por qué no se pidió la pena de muerte para los torturadores de la dictadura?). En síntesis: acá hay un problema de pobreza, de educación y de un modelo de país que no terminamos de definir. Mientras no logremos integrar esos ejes sin mediación de las balas, el clima de conflicto seguirá. La vida tiene que ver con un proyecto, y tenemos que ofrecer proyectos a aquellos pibes que no los tienen. De lo contrario, no habrá solución, por más que pongan a un policía por persona”.


- Guillermo Andino (periodista): “Habría que empezar reconociendo que los problemas tienen antecedentes. En los ’90, la Argentina cayó en un pozo. Hoy tenemos dos o tres generaciones que no sólo no conocen lo que es trabajar, sino que no saben lo que significa que un padre trabaje. Ahí entra a calar la marginalidad, la idea de que la vida vale poco. En consecuencia, enfrentamos este ambiente tenso. En el contexto en que vivimos, hay que considerar que la mayoría de las personas tiene una primera reacción ante lo que le sucede, y otra que se da cuando pasan unos días y se ha tenido tiempo de pensar mejor. Lo aclaro porque a mí me pusieron un revólver en la cabeza el otro día a la salida del canal, y obviamente me enojé mucho. Entonces hay que considerar esos dos momentos, porque opino que muchos de los que salen a hablar ‘en caliente’, transcurrido un lapso no pueden continuar sosteniendo su opinión con herramientas racionales. Eso sin tener en cuenta que las estadísticas demuestran que ese tipo de medidas extremas no tiene incidencia en las tasas delictuales. Evidentemente, estamos frente a una encrucijada que es real y que no se va a ir porque matemos. La única forma de que un delincuente tome conciencia del mal que hizo es la prisión efectiva que a la vez lo prepare para una nueva oportunidad. Sólo avanzaremos en este punto en la medida en que surjan planes amplios capaces de prolongarse en más allá de los gobiernos de turno”.


- Pepe Soriano (actor): “No quisiera que esto sea considerado una opinión en favor o en contra de lo que se ha andado diciendo en todas partes. No quiero entrar en eso. Aclaro, de todos modos, que he sufrido cuatro asaltos y estoy en contra de la pena de muerte. Por lo demás, todo esto tiene cierto tufillo a malestar político y a modos de discutir en los que primero se descalifica y después se debate. En esas idas y vueltas, el ciudadano común no hace pie, queda aislado entre informaciones contradictorias que no puede digerir. Porque ahora resulta que todos son opinólogos sobre un terreno muy sensible que no se puede analizar superficialmente. En consecuencia, es preciso reflexionar profundamente y elegir a quién se escucha y sobre qué hablar. Respecto de los que han salido a expresarse públicamente, tendríamos que leer la vida de las personas en un sentido amplio, y no a fuerza de exabruptos. Bajemos los decibeles de la crispación, y dediquémonos a usar la cabeza, porque si todos nos perdemos en el griterío es más fácil que nos distraigan de los problemas fundamentales del país” .


- Miguel Cantilo (músico): “La pena de muerte es una cosa superada por la civilización. Está confinada a sociedades que sufren un desfase. Lo que está ocurriendo acá es que hay un brote psicótico de viejas gordas. En realidad, si fuera sólo eso no habría mayor inconveniente. Ahora bien: la macana es que los medios se apropian de esos discursos y los usan en la puja electoral. Y las gordas siguen chillando igual o peor, demostrando que aunque estén maquilladas y se hagan cirugías, con la mentalidad no se puede hacer lifting. Así que lo más preocupante no son ellas en sí, sino esta operación que hace la prensa. Yo entiendo a los que sufrieron la pérdida de un pariente, lo que me parece delirante es que se monten sobre eso, que los usen y que encima usen ciertos arranques de bronca de las celebridades y las apuntalen como bandera de movilización. Es penoso que las arengas de una conductora de tele sean utilizadas para llevar adelante una lucha de poder”.


- Alejandro Dolina (escritor, músico, conductor): “No quiero entrar en discusiones viejas, y la de la pena de muerte ciertamente lo es. Tampoco quisiera agredir ni tirar ideas alrededor de un asunto que ha sido examinado con mucha profundidad por individuos más capacitados que yo. Aclarado esto, sólo me atrevo a sugerir que debatir esto es como discutir la esclavitud. Hay –y esto es lo más grave– un resurgimiento de ideologías que parecían superadas, y que persisten en sectores privilegiados. Son personas que están aisladas de la realidad social y se resisten a comprender que hay temas que han sido pensados antes. Exhiben una especie de ingenuidad moral, que los impulsa a expresar lo primero que se les ocurre bajo la forma de un slogan del tipo ‘el que mata tiene que morir’ o ‘la pena de muerte ya la instauraron los ladrones’. Esto coincide con un renacer de las derechas y de formas violentas de concebir la sociedad, que llegan acompañadas por modos curiosamente liberales de entender a la economía: por un lado se reclama libertad para enriquecerse sin límites, y por otro se pide mano dura ante los resultados de una sociedad perturbada. Las grandes desigualdades son saludadas con alegría, hasta que molestan. Es ilógico”.


- María Laura Santillán (periodista): “Estamos ante uno de esos temas que ya no se discuten en el mundo. Aquellos Estados que aplican la pena capital no tienen menos delitos. No es que lo opine solamente yo: esto ha sido investigado y puede consultarse en la bibliografía específica. Es una cuestión objetiva, y negarla es como querer seguir usando una vacuna que ya se ha comprobado que es inútil. Mejor haríamos en estudiar qué han hecho las sociedades en las que el delito registra mejores índices. No soy socióloga ni psicóloga, pero me parece que con estas premisas, una aproximación racional debería generar conclusiones más o menos claras”.


- Jorge Marrale (actor): “Hay factores mediáticos que hacen que algunas voces lleguen más rápido que otras. Pero de ninguna manera creo que esas voces representen a la comunidad artística. Con la pena de muerte no hay polémica: se trata de una postura frente a la vida. Uno puede entender las reacciones primarias, pero la verdad es que a la civilización le llevó mucho tiempo terminar con la ley de la selva. Quienes piensan en atacar la consecuencia, los casos policiales, y no hacen foco en el origen, en las causas de esos hechos, confunden el debate. Por supuesto que nos duele el nivel de violencia. Hay que analizar cómo se construyó este país en los últimos 25 años para comprender cómo se llegó a este estado de cosas. La solución no es ‘muerto el perro, muerta la rabia’: tenemos que ponernos a trabajar en acortar la brecha social y económica, en ser mejores personas, para vivir en otras condiciones. Propongo que hablemos menos y hagamos más. No sirve ir a una plaza, o pedir leyes duras, si con eso expiamos culpas y en nuestra vida cotidiana seguimos siendo unos cretinos”.

- Mex Urtizberea (músico, actor, conductor): “Esto de pedir que se aniquilen vidas humanas no tiene que ver con todos los argentinos: es un pedido que parte, básicamente, de la clase media. Es una porción de la sociedad que siempre va a querer proteger a cualquier precio la condición económica que le ha costado tanto conseguir. Y la lectura que hacen hoy coincide con la que hicieron durante la Libertadora y en la última dictadura. Piensan: ‘Es mejor que maten al que pueda sacarme mis cosas’. Esas ‘cosas’ suelen ser objetos, propiedades. Como tienen poder y capacidad de influir en las leyes, frecuentemente logran que sus inquietudes sean atendidas. Pero ¿cómo vas a castigar a un ser humano con algo que no conocés? No sabemos nada sobre la muerte, ¿cómo podríamos usarla como medida para castigar? Es de una ignorancia total. La clase media cambia de bando continuamente, de acuerdo con su conveniencia. Para comprobarlo basta revisar lo que repetían hace ocho o nueve años y lo que sostienen hoy”.

- Nelson Castro (periodista): “Estoy en contra de la pena de muerte por múltiples motivos. En principio, soy cristiano católico, por lo que estoy comprometido con la vida. En términos políticos, creo que se trata de la antítesis de lo que podríamos esperar de un Estado serio. Y desde un punto de vista práctico, está demostrado que no soluciona nada. Allí donde ha disminuido el delito, es porque se han emprendido acciones en otra dirección. Además, si uno se toma el trabajo de revisar a quiénes condenan a la pena capital en Estados Unidos –por citar un ejemplo–, comprueba que las minorías llevan la peor parte. De acuerdo con los registros, latinos y negros son ejecutados con más frecuencia que los blancos. En definitiva, es urgente adoptar una concepción amplia y diferente respecto de la inseguridad. Nada se soluciona con más cárceles como las que tenemos, ni con agresiones. Lo que pasa es que no hay eje, no hay planes orgánicos ni planteos que se sostengan más allá de las administraciones de turno, con lo cual perdemos la posibilidad de leer la situación en su totalidad. Por lo tanto, existe una gran cantidad de gente que se suma a ciertos discursos simplemente porque no tiene otros marcos de referencia para evaluar lo que pasa. Hay que combatir el delito sabiendo que una vez que tuviste que aplicar la ley es porque llegaste tarde: hubo condiciones para ese ilícito que hay que evaluar, diferenciando el que fue producto de la marginalidad del que tiene que ver con el crimen organizado”.

- Soledad Silveyra (actriz): “Antes que nada: no soy socióloga, simplemente tengo mi perspectiva como actriz popular. Siento que tendríamos que parar la pelota. Desde el caso del ingeniero Santos que venimos discutiendo si una vida humana es más importante que un pasacasete. Mientras, hay una mayoría que está en contra de estas soluciones violentas. Es llamativo que los planteos más desatinados se promocionen periódicamente, casi siempre en época de elecciones o de cambios. Habría que ponerle la tapa a eso, organizar un intercambio de ideas que nos haga pasar a otra etapa. Hay que volverse menos loco y poner más comprensión. Pensar por qué sucede lo que sucede. Sin desmerecer a nadie, sé que la mayoría de los colegas con los que intercambio opiniones están a favor de esto”.

- Hugo Arana (actor): “Yo quisiera ver por las calles más marchas por la seguridad del trabajo, por la seguridad del acceso a la salud de millones de personas, también por la seguridad de una educación. Quiero ver a miles en las calles reclamando por la seguridad de los niños que se están muriendo de hambre. De verdad, me encantaría ver esas marchas. Porque ésa es la profunda inseguridad que hoy sufrimos. Por supuesto, esto no anula lo terrible de los últimos hechos que nos conmueven. Es aberrante que a alguien lo vayan a asaltar, que lo maten impunemente. Lo que quiero decir es que con este tema, tal como está planteado hoy, estamos atacando al forúnculo. Y no podemos ver que si hay forúnculo, está denunciando que el organismo tiene problemas. Aparte me parece cruel planificar la muerte de alguien, y que estemos hablando de esa posibilidad. No vengan con que la ‘colonia artística’ defiende la pena de muerte: ‘arte’ es una palabra tan profunda, tan bella, que me niego a adherir al concepto de ‘colonia artística’ en ese sentido”.

- Susana Rinaldi (cantante): “Quienes tienen una formación violenta proclaman la violencia como un recurso válido. Mi generación ha tenido que hacer mucho para convencerse de que los resultados más óptimos se consiguen con la no violencia. Yo sigo apostando a eso. En cuanto a la violencia en el país –y no solamente en el país–, sabemos que es desatada por cuestiones que tienen que ver con lo económico, lo político, lo social; y que determinan condiciones que desatan la inseguridad. En todo caso, invito a hacer el ejercicio de mirarnos a nosotros mismos: ¿cuánto hacemos diariamente, cada uno de nosotros, aparentemente no violentos, para contribuir a la no violencia, o a la ‘seguridad’? Yo lamento que se haya exaltado y sobredimensionado a ciertos personajes de los medios como factótum de opinión. Desde luego, no me siento representada por ellos, aunque unos y otros nos presentemos como artistas. Yo creía que el debate sobre la pena de muerte era algo perimido en la cabeza de la gente que piensa. Y sigo creyendo en una sociedad menos infantil que la que compra este tipo de discursos”.


http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-121938-2009-03-22.html

viernes, 20 de marzo de 2009

No Fumar (Noticias 2006)

El caprichito de los fumadores

Algo salió a la luz de una manera clarísima e inesperada, con la nueva, sensacional, necesaria, justiciera Ley del Tabaco: la anulación mental a la que puede llegar una persona defendiendo un síntoma. Porque para muchos la reciente restricción sobre sus costumbres se ha transformado en una restricción de su capacidad de entendimiento. ¿Parece una exageración? Deja de parecerlo en cuanto recordamos la reacción de los fumadores ante la mencionada ley: se ha dicho, por ejemplo, que esta Ley está en contra de los derechos del fumador (lo cual es falso), que es fascista (¡epa!), que el Estado no debe meterse en las decisiones del individuo (es verdad, ni el fumador en las mías), que se viola con ella el ámbito privado (todo lo contrario, se cuida el espacio público), que hay cosas más importantes (como si alguien hubiera dicho lo contrario), que esto se hace para ocultar el problema de la droga (el tabaco es la droga globalmente más dañina), y mil etcéteras más, uno más absurdo y peor fundamentado que el otro. Esta Ley –no pueden, o no quieren, entenderlo- establece simplemente que los no fumadores deben por fin ser respetados; pone límites a la conducta injusta y desconsiderada, históricamente establecida, que han ejercido con prepotencia los fumadores. Los que hablan de los derechos del fumador, ¿entienden de qué se trata cuando se habla de los derechos del no fumadores, que somos mayoría? Como dijo un amigo español, con claridad total: el fumador molesta, el no fumador no. Y es necesario recordar las cifras, porque no se trata de una mera opción, de un problema de gustos: mueren cuarenta mil personas por año en Argentina como consecuencia del consumo de tabaco, ¡6000 de las cuales son no fumadores! O sea: treinta cromagnones por año de fumadores pasivos que se envenenan por el humo de otros. Por supuesto que cada individuo tiene derecho a matarse como quiera, lo que no puede es imponer su deseo de arrastrar a otros en la caída como una expresión de sus derechos. Lo que resulta irritante en las reacciones de los fumadores es la cortedad mental por la que parecen incapaces de entender que son precisamente ellos los despóticos y que el rol de víctimas no les calza. No llama la atención que una sensibilidad proclive al fanatismo sostenga con soberbia la bandera de los derechos -la política nos acostumbró a eso-, llama la atención lo absurdo de reclamar airadamente para poder seguir ejerciendo un abuso. No es necesario incluir a todos en esta descripción: hay fumadores muy atentos, que odian molestar y que son muy conscientes de la presencia del otro. Pero también es cierto que otros muchos, al denunciar el fantaseado avasallamiento del que son objeto hoy, ponen en evidencia ciertos secretos ligados al hábito del cigarrillo. El cigarrillo no es sólo el generador de gestos cancheros y sobradores (en origen y desde siempre, un modo de parecer más grande o resuelto de lo que se es, el recurso para cultivar una personalidad que parezca lograda sin serlo), sino también y fundamentalmente un sucedáneo adulto del chupete del bebé, un objeto del que muchos se cuelgan para ocultar una inmadurez constitutiva. El hábito del cigarrillo es un rasgo que pertenece al universo infantil de la sensibilidad, agravado por una adicción fisiológica difícil de combatir. Sí, claro que estas figuras de interpretación parecen excesivas, pero la absurda resistencia que los fumadores ejercen frente a la ley parece confirmarlas. La señalada dificultad para pensar el tema con objetividad e inteligencia es expresión de la incapacidad de modificar algunas características fundamentales de su idiosincrasia. No logran captar el problema, justamente porque están haciendo un capricho, berreando ante el límite que la sociedad adulta le pone a la mascarada y la simulación instaladas ya como vínculo adictivo. Tras las voces de fumadores, que tienden a la impostación (es decir, a la ruina), hay una vocecita aniñada y pueril que no quiere aceptar el límite necesario.Porque otro punto a tener en cuenta, y que ha sido descuidado, es que esa reacción tosca de los fumadores amenazados puede provenir del hecho de que la Ley confronta a muchas personas con una dificultad que no pueden superar. Me lo hizo notar mi esposa, que es psicóloga y más buena que yo: al que quiere dejar de fumar y no puede la Ley lo pone entre la espada y la pared, al revelar como problema algo que el fumador intenta defensivamente hacer pasar por una libre elección. Es lógico que reaccionen mal, que reclamen que nadie tiene derecho a limitar sus recursos neuróticos: los demás deben, según ellos, tolerar las molestias (las enfermedades, el mal olor, la suciedad, etc) para ayudarlos a evitar el crecimiento.Fumadores en rebeldía: es hora de aceptar la ley y crecer. Aprovechen la oportunidad para entender que los que no fumamos sí tenemos derecho a defender los espacios públicos, que sí hay una razón y una verdad en este límite que les estamos poniendo, que se terminaron las atmósferas emputecidas por sus miserias ocultas. Sí, claro que miserias tenemos todos y que cada uno puede hacer con ellas lo que guste (hasta perder la vida), lo que no se puede –y es lo más importante de la ley- es joder a los demás por eso.

martes, 3 de marzo de 2009

UNA CANCION




Las canciones para mí son la relevancia de la palabra, la poesía. La música, que es importante desde luego, es el sostén el vehículo de la palabra para mí. No significa que tenga que ser así obligatoriamente con todas las canciones, tal vez sea porque yo escribo poesía y por eso para mí el valor de la palabra es muy especial. La música tiene que tener una coherencia armónica y desde el punto de vista del destino de esa canción: para qué se escribe, para qué se canta, para qué se dice. Tiene que tener una relación íntima con la palabra. No es fácil encontrar canciones así. Tal vez esa manera de pensar las canciones que yo tengo tenga que ver con la elección de Don Atahualpa, que tiene en su cancionero esas condiciones.
Entre las muchas de él que yo conozco y algunas de las que yo canto, hay una que tiene que ver con la raíz profunda del hombre con su tierra. Es una bella canción que está inspirada en un bello poema de Julio Cortázar que oportunamente le escribiera estando los dos en el exilio, fuera del país. En realidad no se lo puede llamar una carta, porque no estaba dirigido así, sino que era un papelito en el que había anotado esto. El poema decía: “Al árbol ya cortado no lo plantes en tierra/ porque su copa seca no atraerá a los pájaros/Al río que discurre no le levantes diques/porque en el aire libre cabalgarán las nubes/Al hombre desterrado no le hables de su casa/la verdadera patria es caro, la está pagando/El río, el hombre, el árbol caro, lo están pagando”. En ese momento Don Atahualpa se encontraba en Japón, ya había tenido que irse de acá por falta de trabajo. Y que conste que fue en esa oportunidad, porque anteriormente sí había tenido que irse por persecuciones políticas. Pero en ese momento se fue porque había pasado un año sin trabajar, lo excluían de todos los elencos sin razón alguna, y él ya estaba en los 60 años y estaba necesitado de su trabajo porque vivía de eso. El dolor era doble entonces, porque no se escuchaban sus canciones.
La canción se llama “El árbol que tú olvidaste” y el árbol es precisamente el símbolo del vínculo profundo del hombre con la tierra y el dolor de haberse tenido que arrancar de ahí. Es toda una metáfora del árbol también: porque el árbol queda, no es arrancado, es la tierra, y el vínculo con la tierra también queda, por eso duele tanto. Porque queda. El vínculo sigue, por eso, insisto, duele tanto.
Esta es la canción que yo amo porque para mí no son preferencias exclusivamente estéticas, desde el punto de vista de que suena lindo, de que se trata de una bella canción, bien hecha, con una modulación melódica y armónica muy hermosa. Todo eso es importante, pero para mí el valor está en la relevancia de la palabra, en la poesía. Es una canción que resulta totalmente conmovedora. Hay una anécdota que da cuenta de hasta dónde llegaba ese dolor. Es una canción que Atahualpa grabó pero que no cantó nunca en público. Y una vez yo tuve el atrevimiento, sin darme cuenta, claro, de cantarla en un momento en el que estábamos despidiéndolo. El se iba a Japón, precisamente; estábamos en la casa de Margarita Palacios, me acuerdo. Yo era mucho más joven que ahora, por eso tal vez cometí el error de cantarla. Y él se puso muy mal, muy mal. Bajó la cabeza, sus ojos se le hincharon. Se quedó sin decir nada. Nunca me dijo nada, pero lo vi, todos lo vimos en ese momento.
Por eso ese dolor sigue estando presente en esa canción. Por eso para mí también cantarla, además de sentirla profundamente, es percibir toda esa carga. Y si la canto, aunque también me deje demasiado conmovida, es para que muchos de los que la escuchan –porque no la canta nadie, creo que soy la única– empiecen a comprender, aunque sea por medio de una canción, el vínculo profundo que nos une a esta amada tierra nuestra. La importancia que tiene poder gozarla aún con sus luchas, con sus desniveles, con sus problemas, estar acá, sentir esta tierra, respirarla, palparla, compensa todos esos otros sufrimientos. Poder comprender el dolor de tener que irse obligado; poder comprenderlo antes de que te suceda.




El árbol que tú olvidaste
(Atahualpa Yupanqui)








El árbol que tú olvidaste

siempre se acuerda de ti,

y le pregunta a la noche

si serás o no feliz.



El arroyo me ha contado

que el árbol suele decir:

quien se aleja junta quejas

en vez de quedarse aquí.



Al que se va por el mundo

suele sucederle así.

Que el corazón va con uno

y uno tiene que sufrir,

y el árbol que tú olvidaste

siempre se acuerda de ti.



Arbolito de mi tierra yo te quisiera decir

que lo que a muchos les pasa

también me ha pasado a mí.


No quiero que me lo digan

pero lo tengo que oír:

quien se aleja junta quejas

en vez de quedarse aquí.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-4732-2008-07-23.html





domingo, 15 de febrero de 2009

Para Feinman (el de la tv)








La ministra Carmen Argibay, encargada en la Corte Suprema de Justicia de los asuntos de infancia, es la voz más autorizada del Poder Judicial sobre el drama de la violencia juvenil. Desde siempre enemiga de bajar la edad de imputabilidad de los menores -"no sirve para nada"-, la semana pasada sorprendió al declarar que los chicos detenidos en institutos pueden ser blancos móviles si se los devuelve a la calle. Fue en respuesta a las críticas que recibió un fallo de la propia Corte, que el martes impidió la liberación de un grupo de chicos de entre 14 y 16 años detenidos en uno de los institutos de la ciudad de Buenos Aires. En una charla con Clarín, Argibay se explica y se enoja con los políticos y con los medios de comunicación, que según cree la han puesto en el centro de "un tema que se ha magnificado". Para empezar, responde a las críticas que cuestionaron a la Corte por haber aceptado como legítima la vieja Ley de minoridad, de 1980, que permite mantener en el encierro a los menores de 16 años.


-El problema es que el Estado tiene una responsabilidad y no se puede anular una ley (la de 1980) sin poner otra en su lugar. Punto dos: el doctor Emilio García Mendez (el que hizo el planteo), que es legislador, tiene que molestar a sus colegas para que cambien la ley. Punto tres: cuando una ley ha sido convalidada por el Congreso, como en este caso, ya no es más una ley de la dictadura, es una ley de la democracia.


Un problema que se plantea es que cada jurisdicción tiene su manual sobre el tema. ¿No hace falta un sistema homogéneo?
Claro que nos gustaría que haya una ley única, como hay un Código Penal único. Así es como debe ser. El sistema penal con respecto a los menores debería ser aplicable exactamente igual en todas las provincias.

¿Que ley que le gustaría?
Yo tengo ideas, pero no soy legisladora. Y formo parte de un tribunal colegiado. Además, nosotros estamos acostumbrados a no trabajar en abstracto. Trabajamos en casos concretos, sobre leyes concretas. Nuestra misión es examinar lo que hacen los legisladores y el Poder Ejecutivo. Esa es nuestra tarea.

¿Ustedes conocen la realidad de los institutos de menores?
Yo conozco la realidad de los institutos. Fui secretaria de un Juzgado de menores, fui secretaria de un Juzgado de Sentencia, Tutelar de menores. He recorrido todos los institutos. Incluso después, siendo juez de la Cámara del Crimen. Ha sido hace muchos años, pero sigo en contacto con los que trabajan en el tema y no dejan de contarme. Yo sé lo que pasa. Sabemos que a los Institutos de menores hay que mejorarlos, cambiarlos, hacerlos de nuevo. Pero lo que pasa es que cuando no se puede cortar la cinta y tener la foto, nadie hace nada. Arreglar un Instituto no da rédito político.


En muchos casos los encierran en calabozos...
Es terrible, son como presos. Pero dónde los ponemos. Eso es lo que yo quiero, una ley penal juvenil o llámenla Susanita, como quieran. Quiero una ley que resuelva qué se hace cuando entran en conflicto con la ley penal los menores hasta los 18 años, que son niños de acuerdo a la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Tenemos la imputabilidad fijada en 16 años para arriba, entonces de 16 a 18 van a tener que tener un régimen especial, y de 16 para abajo otro distinto. Yo no sé cuál es el régimen ideal o el Instituto ideal. Y quisiera que no tuviéramos chicos en conflicto con la ley penal, pero para eso tendríamos que tener un sistema de prevención de los organismos del Estado. Que empieza por la educación, por la alimentación, por darles un hogar como la gente, darles una atención como la gente. Cómo puede una criatura aprender a querer algo, si a él no lo quieren. Si uno se pone delante de un bebé y juega y le sonríe y le habla y lo atiende, ese bebe está estimulado y va a aprender. Si uno lo tiene sentado en la silla y lo único que el chico ve es una cara adusta que le mete la cuchara con el alimento y le limpia la boca así nomás y no le contesta las sonrisas o el llanto, no va a tener la misma formación y las mismas posibilidades. Desde chiquititos hay que atenderlos. Y eso es deber del Estado.


¿Eso es deber del Estado?
Está en la Convención de los Derechos del Niño y en la Constitución. Hay que hacer planes de inclusión social para los padres, darles vivienda, trabajo, educación, sistemas de salud, para que los niños no tengan el día de mañana problemas con la ley penal.


La reinserción es responsabilidad del Estado y tampoco se cumple.
Ese es el problema. Cuando nosotros decimos que la ley se tiene que cumplir, nos acusan de meternos a gobernar. Nosotros no queremos gobernar, lo que hacemos es decir que el Poder Ejecutivo tiene que cumplir con lo que se comprometió a cumplir. Si no, que no se comprometa.


Y si no, tampoco puede exigir...
No puede exigir, evidentemente. Le voy a contar una historia. Cuando se firmaron en Naciones Unidas los Pactos Internacionales, en los años cincuenta, se tuvieron que firmar dos pactos diferentes, uno sobre derechos civiles y otro sobre derechos sociales. Los países occidentales se comprometieron a cumplir el Pacto de los derechos civiles: libertad de expresión, libertad para elegir, perfecto. Pero el otro pacto, el social, ese dijeron que no, no podemos hacerlo, dar trabajo o casa depende del libre mercado. El otro lado del mundo hizo al revés. Dijeron nosotros le vamos a dar la casa a todos y trabajo. Pero los comunistas no firmaron el pacto de los derechos civiles. Ahí era el partido el que decidía. Por esa razón, los dos Pactos salieron por separado: por un lado los derechos civiles y por otro los sociales. Pero nosotros, Argentina, firmamos los dos Pactos. Y están en la Constitución. Entonces: si no vamos a cumplirlos, ¿para qué los firmamos?


¿Cómo ve a la sociedad parada frente a esto? ¿Por qué habló de una sociedad esquizofrénica?
Porque tenemos una sociedad que es esquizofrénica. La sociedad está queriendo cada vez más matar a todo el mundo, en vez de incluir. Y el periodismo está fomentando todo esto.


¿Se refiere a la cobertura del crimen del ingeniero Barrenechea?
Ese es uno de los temas que más me tiene precoupada. Veamos ese caso. ¿Cuántos eran? Parece que eran cien mil. ¿Todos estaban metidos? Que Brian, que Kitu, que el otro. yo ya perdí la cuenta, ya llevo como cinco o seis detenidos. Tengo la sensación de que hay alguno de más. Punto dos: a Kitu ¿quién lo encuentra? Sus vecinos. La policía no lo encuentra. Y sus vecinos lo entregan. ¿Qué pasa?


¿Pregunta para quién trabaja?
¿Para quién trabaja este pibe? Si la policía no lo encuentra, es porque lo está protegiendo. Y si lo está protegiendo, es por algo. Dos más dos son cuatro. Todavía no han logrado convencerme que son tres. Si la policía lo protege y el pibe sale a robar y no se hace rico, para quién trabaja. Los cafishios de los pibes son los que lo mandan a robar. Y los explotan porque saben que son menores y aún con esta espantosa ley, los menores tienen ciertas ventajas.


Usted culpa al periodismo, pero los medios muchas veces se hacen eco de lo que dicen los funcionarios. El ministro Carlos Stornelli (de Seguridad bonaerense) se refirió a uno de los sospechosos del crimen de Barrenecha como un "peligrosísimo delincuente"
Sí, es un lenguaje absolutamente inadecuado y me extraña que lo use el ministro Stornelli, que es un hombre que proviene del Poder Judicial. Porque nosotros llamamos delincuente a una persona que ha sido condenada. No por los medios, sino en un juicio.


¿Cree que hay mucha condena en los medios?
Hay muchísima condena en los medios. Es terrible. Y además fogonean. Y entonces la gente dice porque yo lo vi en los diarios, porque yo lo vi en televisión...


Quizás esa "condena" responda a la poca condena que hay en la Justicia. ¿No hace un poco de autocrítica?
Nosotros en el fallo (del martes pasado) hemos dicho: al Poder Ejecutivo que se ocupe de los institutos, a los legisladores que legislen y a los jueces de menores que controlen.


Pero los jueces no van a las cárceles...
Los jueces de menores van y los defensores de menores van mucho y se preocupan. ¡Y cómo! Claro que hay algunos que no, pero la mayoría sí se ocupa. La Defensora general ha llamado la atención de algunos. Yo recibo todos los meses infomes de los defensores de menores sobre lo que ven en las cárceles. Pero ojalá pudiéramos hacer las cosas más rápido. Y tener imaginación para poner a estos chicos en una situación de protección, pero que no tengan que estar encerrados. De repente, en una familia hay problema con uno de los chicos, al que los padres no pueden manejar. Pero de repente hay un tío que sí lo puede manejar, por sintonía o por lo que fuera. ¿Por qué no se lo podemos entregar al tío? Eso pasa en cualquier familia. Yo tengo una familia muy larga y de repente uno se siente mejor con uno que con otro. Entonces por qué se lo voy a dar a los padres si no lo pueden manejar y el tío lo quiere y lo puede manejar. Los jueces pueden hacer eso, pero a veces no se animan. Porque está la crítica, que los padres son sagrados, etc.


A qué se refirió cuando la semana pasada dijo que los chicos de los institutos corrían peligro si eran liberados? Habló de gatillo fácil.
¿Acaso no hay gatillo fácil? Todo el mundo lo sabe. Y gatillo fácil es la policía...


¿Infiere que casi todos estos chicos trabajan para la policía?
Yo infiero que casi todos estos pibes están marcados por la policía. Unos trabajan para la policía y los protegerán hasta el día que el pibe abra la boca y ahí lo matan. Hay que sacarlos del barrio, usar algún sistema tipo testigo protegido, cambiarles el nombre..

Pero acordar eso es imposible si los jueces no tienen una buena relación con el Ejecutivo.
Exactamente. Y si el Poder Ejecutivo no tiene un buen programa. Pero la pregunta es: ¿quiere el Ejecutivo tener un buen programa para los chicos que declaran en contra de la policía que depende del Poder Ejecutivo?