jueves, 16 de diciembre de 2010

Bife Angosto





PIRULO DE TAPA /PAGINA12

DISCULPAS

“A todo Paraguay nos preocuparon las declaraciones discriminatorias por parte de algunos dirigentes y es necesaria una disculpa de quienes han hecho esas declaraciones. Hay que separar el discurso xenófobo de estos dirigentes del sentimiento del pueblo argentino. La postura de la presidenta, Cristina Fernández, fue clara en no adherir a esas declaraciones discriminatorias.”
(Del ministro paraguayo de Educación, Luis Alberto Riart Montaner, durante su recorrida por la escuela República del Paraguay, ayer en la ciudad de La Plata.)

BYE





lunes, 22 de noviembre de 2010

Wagensberg

Jorge Wagensberg: “La ciencia también cuenta historias”

Dirige una de las colecciones de libros científicos más prestigiosas en castellano y dice que el lugar clave de un instituto de investigación “es y debe ser la cafetería”, porque allí se intercambian ideas.

Por FEDERICO KUSKO - cultura@clarin.com

En la habitación 1011 del hotel Castelar de Avenida de Mayo, se aloja un físico que ama las letras y los museos tanto como a los números. La devoción del español Jorge Wagensberg es tal que hace 27 años dirige la colección Metatemas de Tusquets, la misma que año tras año se disputa con la colección Drakontos (Crítica) el título de la colección más importante de libros de ciencia en habla hispana.

“Fue curioso cómo surgió” –hace memoria el catalán, de paso por Buenos Aires, donde dio una charla en el Seminario de Periodismo Científico organizado por la OEA y el Ministerio de Ciencia–: “En su fiesta de cumpleaños de 1983, Beatriz de Moura, la fundadora de la editorial, me preguntó entre copa y copa qué era la entropía. Y, de repente, cuando se lo explicaba en la cocina, me vi rodeado por seis o siete personas que me escuchaban atentamente. ‘¿Por qué no ampliar el círculo de nuestras amistades con una colección?’, pensamos. Y así publicamos ¿Qué es la vida? de Erwin Schrödinger, uno de lo fundadores de la física cuántica a principios del siglo XX y para mí uno de los grandes divulgadores de la ciencia”.

Desde entonces, Metatemas –reconocida por el Alef, el símbolo de los números transinfinitos de Cantor– y el físico español no paran. De hecho, Wagensberg aprovecha su lugar de director para colar entre los 115 títulos que ya tiene la colección, sus reflexiones, aforismos y pensamientos más profundos. Así lo hizo con Ideas sobre la complejidad del mundo, La rebelión de las formas, El gozo intelectual y, entre otros, el pronto a publicarse por estas latitudes, Las raíces triviales de lo fundamental, libros en los que Wagensberg contagia el virus de la curiosidad y se asoma a las fronteras que más que separar unen a las ciencias y al arte.

¿Costó mantenerse todos estos años en el mercado editorial?

Esa fue la sorpresa: la verdad que no. Es un gran error pensar que no hay personas interesadas en las ciencias y las reflexiones de los científicos. Hay muchos mitos, como ese de que cuantas más fórmulas un autor ponga en un libro menos lectores tiene. El libro más vendido en Metatemas es Gödel, Escher, Bach, de Douglas R. Hofstadter que está repleto de ecuaciones. Metatemas es sobre todo una colección de ideas en la que científicos proponen puntos de vista de sus disciplinas para ser usados en otros campos. Es la condición de la interdisciplinariedad tan propia de nuestros días. Y a la vez, es una colección bastante personal: publico lo que me parece interesante. Nuestros principales lectores son sociólogos, arquitectos, biólogos, físicos, es una gran coctelera.

Pero no es sólo una colección de divulgación de científicos para científicos.

No, claro. Es accesible a todo el mundo, como debería ser la ciencia. En eso yo hago una distinción: hay una diferencia entre divulgar y vulgarizar. Divulgar es comunicar la ciencia y vulgarizar consiste en sacrificar el fundamento de un conocimiento para hacerlo comprensible. Yo soy de la idea de que no hace falta extraer rigor para explicar algo.

¿Le sorprenden ciertos vestigios de irracionalidad en las sociedades?

La verdad que no. Que se siga hablando con tanta liviandad en los medios de “milagros” podría considerarse algo atávico. La religión es una manera de controlar la incertidumbre. La ciencia no puede ni demostrar la existencia o la inexistencia de dios. Lo raro en el caso de los mineros chilenos rescatados, en el que los medios hablaron tanto de milagros, es que nadie se haya preguntado por qué dios los puso en primer lugar en esa situación. Más que un milagro su rescate fue una hazaña de la ingeniería.

Usted afirma que las ciencias y la literatura tienen más puntos en común de los que los escritores y los científicos suponen. ¿A qué se refiere?

La ciencia y la literatura son dos maneras diferentes de comprender la realidad. Ambas narran historias. Como el escritor, el científico es un creador. La diferencia está en que la ciencia es una forma de conocimiento que se elabora con la menor ideología posible. La literatura, en cambio, es la forma de conocimiento que más ideología permite. La ciencia intenta barrer de sus contenidos todo lo que huele a creencia, sentimiento y emoción. La ciencia expulsa el yo del creador científico para conseguir la máxima universalidad del conocimiento.

Los científicos no publican sus emociones en sus artículos o papers.

Para desgracia de los historiadores de la ciencia, no. En la mecánica clásica escrita por Newton o en la teoría de la relatividad de Einstein no quedan rastros de las complejas personalidades de los autores. Hay que buscarlas en las cartas. O sea, la ciencia trata de eliminar al narrador, sacrifica al científico; no asoma su nariz entre las leyes y ecuaciones fundamentales de la naturaleza. Por eso, el científico es un creador marginado. La literatura, en cambio, pone al narrador por delante de todo. Lo que digo es que se puede comprender la ciencia desde la literatura y la literatura desde la ciencia. Hay una frontera común. Ambas esferas tienen la capacidad de fecundación mutua. La literatura permite entrar en territorios vedados a la ciencia.

Los matemáticos no se cansan de leer a Borges y los neurocientíficos últimamente reivindican a Proust por su exploración pionera de la memoria y los recuerdos disparados por una madalena.

Eso expone la buena relación que hay entre ciencia y arte. La grandeza de la ciencia está en que puede comprender sin la necesidad de intuir. Nadie intuye la física cuántica porque no se ven directamente los átomos y no hay observadores cuánticos y nadie intuye la relatividad por que no corremos a la velocidad de la luz. En cambio, el arte es al revés: su grandeza está en que puede intuir sin necesidad de comprender. Así, los científicos dan comprensión a los artistas y los artistas dan intuición a los científicos. Dalí, por ejemplo, anticipó los fractales y la cuarta dimensión.

Otro caso es el del escritor Arthur C. Clarke que anticipó la red de satélites.

Exacto. Ciencia y literatura, además, provocan y alimentan el gozo intelectual es decir, aquel gozo ocurre en el momento exacto en el que uno empieza a comprender. El “eureka” de Arquímedes, el “cogito ergo sum” de Descartes, el “¡gotcha!” de Martin Gardner. El gozo intelectual es lo que provoca adicción al conocimiento. Es lo que los científicos, divulgadores y maestros deberían transmitir más que cualquier cosa. Un científico nunca está seguro de si está comprendiendo o cree estar comprendiendo. En cambio, sí distingue cuando está gozando y cuando cree que se está gozando. Un día le pregunté al físico estadounidense Leon Lederman si había sentido este tipo de gozo en sus investigaciones y me contestó: “¡Es mejor que el sexo!”.

O sea, reintroduce el principio de placer. ¿Cómo es ese gozo? ¿Qué se siente?

Son tres. El gozo por estímulo, el gozo por comprender algo nuevo y gozo por la conversación. Un buen profesor es un buen estimulador y los seres humanos estamos hechos para gozar cuando nos estimulan. El científico goza cuando encuentra una contradicción. Es un error de la enseñanza esconder las contradicciones y castigar el error. En ciencias, el error no es una vergüenza sino la herramienta fundamental. Un científico se equivoca todo el día. Es la manera que tiene de avanzar para comprender la realidad.

¿Y el gozo por conversación?

Es un ciclo virtuoso. Conversar en ciencia es observar la naturaleza, conversar con los colegas, reflexionar con uno mismo. Uno de los lugares más importante de los institutos científicos es y debe ser la cafetería. Un científico que no converse con otro científico está perdido. El intercambio de ideas es estimulante. En la escuela se conversa poco. El profesor prefiere que el niño esté callado. Los diarios, los museos, los libros deben estar orientados a crear conversación. Uno saca algo de una película cuando sale del cine y conversa de lo que ha visto con los amigos. El éxito de un museo se mide por los “kilos de conversación” y no por el número de visitantes.

A los dueños de cafeterías les debe gustar lo que está diciendo.

Mire: los momentos más creativos de la humanidad han sido aquellos en los que se dieron las condiciones y los espacios para conversar, comprender, estimular. Por ejemplo, la Florencia del Renacimiento. En la Piazza della Signoria del siglo XVII Galileo inventó la ciencia. Allí grandes genios se cruzaron: Miguel Angel, Leonardo Da Vinci, Botticelli, Maquiavelo. Ese es el secreto: espacios que aumenten la conversación y el estímulo, que la gente se vea y converse. Otro caso es de la Viena de 1920. Con la conversación uno aprende a mirar de otra manera y hacerse preguntas. Mire lo que pasó con Internet: aumentó la masa de la conversación a nivel global. Y eso obliga a comportarse de otra manera y a desarrollar nuevas aptitudes: por ejemplo, la de distinguir lo bueno de lo malo.

Usted creó y dirigió entre 1991 y 2005 el Museo de la Ciencia de la Fundación “la Caixa” de Barcelona. ¿Qué hace a los museos tan especiales?

Un libro, una película, una conferencia no dejan de ser representaciones de la realidad. El museo es la realidad misma. Me apasiona construir museos nuevos. Acá voy a ayudar con uno en el Centro Atómico de Bariloche. Un museo bien hecho te pone al instante en conversación con la realidad. Es complementario a los libros. El museo provoca adicción al conocimiento. Y yo me considero un adicto.

http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/tecnologia-comunicacion/Jorge_Wagensberg_0_374962752.html

sábado, 13 de noviembre de 2010

PAGINA

DISCRIMINACION

“La discriminación nos puede generar una base que es el pretexto para que en alguna coyuntura genere un grupo enemigo, un grupo al que se le pueda imputar la causa de todos los males, imputarle delitos, los más aberrantes que se puedan. No hay que criminalizar a un grupo y no hay que estereotipar. La discriminación del siglo XXI en la Argentina es la criminalización de los adolescentes de barrios precarios.”
(De Eugenio Zaffaroni, en la Asamblea de la Coalición Latinoamericana de Ciudades contra el Racismo y la Discriminación en el municipio de Morón, en la que expusieron también Martín Sabbatella y el intendente Lucas Ghi.)




miércoles, 3 de noviembre de 2010

SASTURAIN/SBARAGLIA





El impresentable



Por Juan Sasturain

Hablo/escribo con la impunidad que da la noche demorada del día del censo y el silencio masticado de muchas horas sin querer hablar en caliente de lo que (nos) pasó ayer. No conocí a Kirchner: lo voté y lo iba a volver a votar si se presentaba el año que viene. Me parece que era –con todas las diferencias e incomodidades que uno, que no está en la política, tiene– lo mejor para el país real, el país de las opciones concretas. Así que, con permiso y todo el dolorido respeto, voy a ser incorrecto. Sincero, quiero decir.

Me acuerdo del primer chiste malévolo que escuché sobre Kirchner, cuando crecía, antes de ser presidente y ya se asomaba Cristina a su lado: “¿Sabés cómo le dicen a Kirchner? Ciervo embalsamado. Porque es cornudo y con un ojo de vidrio”. No sé si este chiste basura es conocido, si circuló. Supongo que sí. Resulta ejemplar para recortar ideología y estatura moral de quienes lo pergeñaron. Imperfecta, como todas las falsas atribuciones de apodo sustentadas en comparaciones de ese tipo, la referencia tenía la perversa eficacia de trabajar sobre el sentido común machista de la mina vistosa e inteligente al lado de un flaco feo –virola, para colmo– y con una pinta de loser que mataba. Un sujeto que era –marketineramente, digamos, perdonando la palabra– absolutamente impresentable. Y lo notable, ejemplar, festejable hasta hoy incluso, con la lástima y el dolor al día, es que ese supuesto impresentable y la mina que lo acompañaba los abrocharon. Largamente. Y cómo.

Me acuerdo cuando los radicales le arreglaron hace (¿veinte?) años los dientes al pobre Casella para una elección que perdió; me acuerdo –en los noventa– de los afeites, el gato ineficaz y la avispa del Turco perverso. La moraleja es tan obvia que da hasta pudor explicitarla: saludablemente, acá todavía no siempre gana el marketing. Ni los medios. Me acuerdo, hace unas semanas nomás, de Kirchner metido en la pilcha de El Eternauta en los afiches callejeros después de zafar de una anterior a ésta en que no zafó. Qué bárbaro... Narigón irremediable como el mismísimo Oesterheld, que también ha sido enfundado en su momento por Solano en el traje de Juan Salvo, el Néstor (o lo que generaba en la gente joven su liderazgo) primereaba una vez más a la lentejísima oposición y se apropiaba con toda justicia de un ícono ejemplar del siglo.

Vuelvo ahora a lo que fue la previa a las elecciones de 2003, con el padrino Duhalde buscando quien agarrara la candidatura, con Lole & Co. (una vez más) sacándoles el cuerpo a las responsabilidades, con un país en la lona y sin futuro, una papa caliente sin nada que ordeñar... El impresentable debe haber sido el tercero en la lista de los posibles contrincantes del Turco con la misma devaluada camiseta. Y allá fue. A propósito: ¿Alguien se acuerda de que Menem ganó, fue primera minoría con casi un cuarto de los votos en esa elección a la que renunció a la hora del ballottage? Memoria, plis: este flaco muerto todavía tibio arrimó apenas algo más del veinte por ciento de los votos –segundo, cómodo–, con el nefasto abanico de López Murphy, Rodríguez Saá y Carrió detrás, todos parejitos. Con ese capital electoral miserable –el ilegítimo Illia, cuarenta años antes, juntó lo mismo que el Turco, pero no había segunda vuelta entonces–, con ese misérrimo porcentaje, digo, que además “era-de-Duhalde”, construyó a contrapelo de expectativas y pronósticos agoreros de ser un dócil Chirolita, su propio proyecto político, que es lo más parecido a lo que veníamos esperando desde el regreso a la democracia. Y lo hizo desde la carencia, pero con una vocación de poder y capacidad de construir que hoy, los alcahuetes y/o los cínicos enemigos del proyecto que encarnó y encarna, atribuyen (ecuánimemente) a sus respetables cualidades de “animal político”.

Y es cierto. Pero Kirchner no sólo ha sabido hacer política mejor que los otros en esos términos pragmáticos (acumular fuerzas, aislar al adversario, pegar primero, tomar siempre la iniciativa), sino que la ha hecho con una dirección y un sentido genuinos, porque siempre sentimos, incluso cuando no lo acompañamos, que creía en la política –no como los economistas tecnócratas del liberalismo o los empresarios colados, que sólo creen en la lógica de la empresa o los números de los balances–, que creía en y hacía política como instrumento de cambio, como medio de acceder al gobierno para poder modificar las relaciones con el poder fáctico, y no para servirlo.

Pero yo no quería hablar de eso. Quería hablar de su magnífica condición impresentable. Y terminar con tres rasgos que cualquier imbécil asesor de imagen o de verso equivalente despreciaría: las biromes berretas con que firmaba decretos y rubricaba acuerdos; el traje cruzado fuera de moda y oportunidad, siempre; la tendencia –memorable, desde el primer día, a la salida del Congreso– a zambullirse entre la gente, sacado, regalado.

La verdad, digan lo que digan, Kirchner ha sido un regalo. Generoso, cursi, incómodo, como un velero hecho de caracoles de mar puesto sobre la repisa de la patria. Uno piensa que es para tirar y resulta imprescindible, verdadero, necesario.

Lo vamos a extrañar.


http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-155882-2010-10-29.html



Una tristeza nueva


Por Leonardo Sbaraglia *

Hay muchas tristezas argentinas, que me han tocado vivir en España. En 2001, cuando el país se desplomó, estaba en Madrid, ya trabajando allí. Intentando alejarme de una Argentina que poco me gustaba hace años.

Seguía por España cuando K asumió como presidente. No viví durante el peronismo de Perón, lo estudié bastante y bastante creo entenderlo ahora. Se ha dicho de todo al respecto, por derecha y por izquierda. Y extrañamente, K, en ese cóctel, tenía algo muy parecido a un presidente humano.

El primer presidente que recuerdo bien (después de la pesadilla videla, viola, galtieri, no se merecen mayúsculas) fue Alfonsín, que era radical. Empecé a aprender lo que era la democracia y también lo viví de cerca: mientras trabajaba en La Noche de los Lápices, supe lo difícil que le fue negociar con el poder de los militares y los grupos económicos que los seguían manejando. Por eso, los extraordinarios logros del Juicio a las Juntas se vieron opacados por la ley de Punto Final; como parte de esa negociación. menem, o méndez, terminó de asentar esa absurda “reconciliación nacional” con balza al frente y los supuestos militares “buenísimos”. Torturadores y todo el engranaje feroz, los perros de caza de la dictadura estaban caminando entre nosotros, con la ley, que ahora, otra vez, los amparaba.

méndez siguió. Negociando con lo peor del sistema, el que deja afuera a casi todos. Lo veíamos aparecer exitista, canchero y triunfador... eso que más me de-sagrada de nuestra argentina identidad. El país se vendió casi todo, a bajo precio y con altas propinas para sus vendedores. “Primer Mundo” sostenido con veneno y mentiras millonarias.

Con la continuación de De la Rúa, el país colapsó a fines de 2001, cuando a la Argentina le bajaron las acciones para seguir vendiéndola barata. En 2003, después de varios presidentes en pocos años, K compitió con menem y fue declarado presidente de los argentinos. Era el peronismo DE MENDEZ, neoliberal, contra algo que no sabíamos bien qué era.

Pero K se parecía a algo más cercano a uno. Porque en su primer discurso como presidente, en Argentina lloraban de emoción y yo en España también lloraba de alegría, por esas palabras tan humanas que se hicieron carne política en los años que siguieron.

Todavía estaba el cuadro con la foto de videla en la puta esma. K lo quitó de ahí. Museo de la Memoria, lo bautizaron. Sonriente: cuando alguien ríe en esas circunstancias, parece que no tiene miedo... y ya no había miedo. El pingüino le hacía frente al León. Y no sólo fue un símbolo necesario, un gesto histórico. Sino que también fue para nosotros, los que nos habíamos mal educado en la dictadura, lo concreto de empezar a saber más. Porque su política de derechos humanos fue perfecta.

Y nosotros seguíamos aprendiendo, de los 30 mil muertos, con los que no pudimos hablar. K parecía entonces como uno de esos 30 mil. Parecía que no tenía miedo. Después de eso rajó a la policía, que todavía era cómplice de la tortura, derogó las leyes de punto final y obediencia debida. Y ahí se ganó el respeto de millones, como dijo Mempo Giardinelli en estas páginas.

La recuperación económica, ocho por ciento anual. El campo, las exportaciones, el turismo. Los científicos emigrados empezaron a volver, porque se empezó a invertir en investigación. En educación. En cultura. Repartiendo por primera vez en años las riquezas desde arriba hacia los de abajo, y así la inclusión de otros millones y así el mejor momento económico argentino en décadas, reflejado incluso en el pago histórico de parte importante de la deuda externa.

Y eso es más humano. Quien diga lo contrario es porque simplemente tiene otros negocios. Negocios que les parecen más importantes que un mundo más humano y que se reflejan en lo que está ocurriendo en el sistema económico actual, lleno de desigualdad.

La noticia me encontró en España, otra vez. Murió Néstor K, me dijeron. Y volví a llorar, pero ahora con una tristeza nueva. Tristeza que va más allá de lo que tenemos justo al lado, por razones históricas familiares. Era una tristeza de lo que uno forma parte con otros. Una tristeza con ganas de luchar. Por seguir apostando a un país posible y a cosas positivas, que uno va a seguir apoyando porque son buenas para todos.

Llegué a Buenos Aires, amaneciendo con los millones de personas despidiendo sus restos.

La mayoría son jóvenes.

Fuerza, Cristina. Y fuerza a esos millones.

* Actor.


http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-155978-2010-10-30.html




domingo, 31 de octubre de 2010

Verbitsky/Russo

Néstor y Cristina


Por Horacio Verbitsky

Hacía muchos años que no se veía a tanta gente sollozar de pesadumbre, ante una noticia insoportable, que solapa la esfera pública con la vida privada de cada uno, porque nadie ignora las consecuencias sobre su cotidianidad que puede tener la desaparición de Néstor Kirchner, responsable junto con su esposa CFK de los mejores gobiernos que tuvo la Argentina desde 1955.

En cuanto le abrieron la puerta, una joven censista embarazada se perdió en los brazos de la mujer mayor que la recibió y ambas gimieron abrazadas, sin palabras. En medio del cuestionario, otro censista preguntó a qué hora sería la concentración en la Plaza de Mayo. Por la tristeza que percibió, supo que no necesitaba reprimir sus sentimientos y lloró como un niño. Conmovido por la muerte, también estaba pasmado por los festejos con que lo habían recibido en algunos departamentos que censó. En algún barrio porteño hubo incluso descorches, banderitas y bocinazos, remake del siniestro “Viva el Cáncer” con que pasó a la historia otra generación de la misma ciudad. Algunos de sus vecinos hoy idolatran a Evita, reducida a un ícono inofensivo, pero detestaron a Néstor y odian a Cristina. Es un odio de clase, despreciable pero comprensible. Son expresiones de sectores minoritarios pero poderosos. Distintas, pero complementarias, son las misas hipócritas que nadie pidió y las lágrimas de cocodrilo de quienes fueron sus compañeros y lo abandonaron cuando más los necesitaba, ex gobernadores, ex ministros, diputados que siguen en las bancas a las que accedieron con los votos de CFK pero las ocupan oponiéndose a sus políticas, y hasta el vicepresidente que Kirchner sugirió para acompañarla, con su ojo infalible para detectar al postulante equivocado. No vale la pena ensuciar con sus nombres el homenaje de esta página.

Sin perder una hora, el mismo diario que en 2003 vaticinó que la presidencia de Néstor no duraría un año, emplazó ahora a Cristina a abjurar de las políticas centrales de los gobiernos de ambos, alejarse de los trabajadores y sus representantes y tender un puente para que la oposición la rodee y la anule. Ni siquiera faltó la obscena mención a Isabel Perón y al rol de Ricardo Balbín en una era remota no sólo en el tiempo, porque no hay comparación posible entre los personajes y sus circunstancias. Cristina no es una frágil mujer que busque ni acepte la conmiseración de nadie ni hay entre los líderes opositores gestos de grandeza proporcionales al vacío que deja la partida de un líder excepcional.

La espontánea manifestación que fue goteando desde el mediodía de ayer sobre la Plaza de Mayo hasta colmarla por la noche y la convocatoria de la CGT a acompañar hoy el velorio, expresaron el dolor popular por la súbita desaparición e intentaron transmitirle a la presidente toda la fuerza que necesitará para sobreponerse a la pérdida de su compañero de toda la vida. Porque a la ausencia política, que ella sentirá más que nadie, se suma el quebranto afectivo. Eran tímidos en la efusión de sus sentimientos ante terceros. Pero se miraban con una intensidad que no es común encontrar al cabo de treinta y cinco años de vida en común y hablaban con admiración uno del otro, como enamorados recientes. Para justificar que no buscaría su reelección, dijo que ella era más capaz, que profundizaría el modelo que él había iniciado en medio de las peores dificultades en 2003. Contra el escepticismo de algunos propios y la hostilidad de muchos ajenos, que instalaron primero la fantasía del doble comando y luego la mistificación del ex presidente en ejercicio, no se equivocaba. El limpió la Corte Suprema de Justicia y la cúpula castrense, que había vuelto a convertirse en partido militar. Propició la recomposición del empleo, del salario y de los ingresos de los jubilados, la reaparición de las negociaciones paritarias para discutir salarios y condiciones de trabajo. Impuso altas retenciones a las exportaciones de hidrocarburos, cereales y oleaginosas y se negó a autorizar los aumentos de servicios públicos que le pedían a gritos empresas y políticos, inclusive su vicepresidente. Así disminuyó la desocupación y la pobreza. Apoyó la nulidad de las leyes de punto final y obediencia debida lograda por la lucha de los organismos de derechos humanos, para castigar a quienes impusieron por el terror un modelo de saqueo y desnacionalización. Acabó con la intromisión del FMI, redujo a proporciones manejables el peso de la deuda externa y, junto con los presidentes de los países hermanos, afirmó una política exterior de unidad sudamericana e independencia de Estados Unidos. Jugó un rol decisivo en la conferencia presidencial de Mar del Plata donde terminó de morir el proyecto imperial de libre comercio. Kirchner decidió que la función de las fuerzas de seguridad no sería reprimir las protestas sociales, también acabó con la ley de la dictadura que ofendía y humillaba a los inmigrantes de países vecinos y luego de una trabajosa búsqueda de consensos promulgó una ley de educación respetuosa de los docentes. Ella creó un ministerio de Ciencia y Tecnología, recuperó la línea aérea de bandera y el sistema previsional que estaba en manos de comisionistas financieros, acabó con la autonomía que hizo del Banco Central un enclave extraterritorial, y puso en práctica una política de transferencia de ingresos hacia los más necesitados que es la más importante de Latinoamérica. Recogió las demandas de la coalición por una radiodifusión democrática para abrir los medios de comunicación a una pluralidad de voces e impulsó la desmonopolización de la fabricación y comercialización de papel para diarios, que sólo en la Argentina es controlada por los dos mayores diarios. Pero además eliminó del Código Penal las calumnias y las injurias en casos de interés público para que ningún periodista pueda ser ya perseguido por sus opiniones o informaciones.

En el reportaje de enero que se reproduce hoy en este diario, Kirchner explicó que las falencias de su gobierno, que reconocía, eran los principales méritos del de su esposa. Esto implica que ambos fueron responsables de los aciertos y errores de los dos mandatos. El proyecto que se desenvuelve desde 2003, es tan nítido y coherente, e involucra a tantos millones de personas, que no concluirá con la muerte de quien lo puso en movimiento. El trayecto será menos duro cuantos más y cuanto más lúcidos sean quienes acompañen a Cristina, de cuyo temple, capacidad y convicciones no hay motivos para dudar.


http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-155826-2010-10-28.html




El iluminador



Por Sandra Russo

Lo había votado, pero a regañadientes. Se votaba sin esperanza. Ni siquiera uno llamaba traición a las traiciones. Eran más bien tradiciones, parecían como las vueltas de la vida o la humedad. Me acuerdo bien del 2003. Con que se fuera Duhalde estaba bien. Llorábamos a Kosteki y Santillán. Y la lucha cotidiana, desde mi trabajo, era intentar hacer ver a los desocupados como hombres y mujeres que hacían piquetes, no como piqueteros. Era hacer ver en los cartoneros a los desesperados, no a los ladrones potenciales.

Estábamos hechos mierda. Eramos ruinas. No teníamos ni trabajo ni orgullo ni líderes. Es sorprendente cómo consiguió ese poder en las sombras, ese siniestro poder que nadie vota, ese que hoy conocemos, convencernos de que todo era más o menos lo mismo, y que era beige. Es sorprendente el daño que le hizo y le sigue haciendo a este país una generación política que no tiene retorno de la entrega irrestricta de sus convicciones.

Creíamos que era inútil esperar cambios de la política, que la política era ese deporte sin reglas que jugaban y siguen jugando tantos. Y mientras todo era lo mismo, nos iban traicionando uno por uno.

En estos años, Kirchner pasó a ser Néstor, un privilegio del lenguaje y de su cercanía, un premio a esas ideas con las que llegó a la Rosada y que llevó adelante contra toda la adversidad que eligió enfrentar. Néstor fue el primer presidente que gobernó este país defendiendo con los dientes los pilares de lo que él concibió como un proyecto nacional y popular, de génesis peronista pero de alcances más amplios, y fue también el que sabía que había que esculpir lo maravilloso sobre la arcilla mugrienta que éramos.

A Néstor le debemos el regreso triunfante y orgulloso de la política. Y si no lo escribo ahora que se murió, no estoy siendo leal con lo que creo. Néstor fue un regalo de la historia, un sobreviviente de una generación decapitada, un disidente de la lucha armada que guardó en su corazón, no obstante, durante años, los sueños de ellos, que eran los mismos que los suyos, los de su compañera y los de tantos y tantos más.

No por casualidad uno de los pilares de su proyecto era el recambio generacional y la formación de nuevos cuadros. Los que nos sacarán de encima la chatura y la ignorancia que hoy reina en el Congreso serán los nuevos dirigentes, los que hoy aparecen de a racimos en el kirchnerismo, pero es de esperar que surjan también en todas las otras fuerzas, para que alguien recoja el guante de la discusión política a la que Néstor nos invitó, y la pluralidad no sea la excusa, como es usada ahora, para asfixiar una vez más un brote de poder popular.

Desde el día en el que hizo descolgar los cuadros de los asesinos, se hizo evidente que él hacía cosas que nadie antes había hecho, y no porque era imposible, sino porque faltaba estrategia, coraje, confianza, autoridad. Le achacan autoritarismo. A la autoridad de un presidente constitucional le llamaban autoritarismo. Siempre le han llamado como quisieron a todo. Néstor nos ayudó a renombrar nuestro mundo, el del nuevo paradigma, el mundo de nuestros sueños.

Recuerdo ahora una columna que escribí justo antes de aquellas elecciones desesperanzadas del 2003, escrita en el dolor del naufragio y la amargura de comprobar que nuestra sociedad se pliega en nichos de profundo individualismo y mezquindad. Se llamaba “Imagino”, y decía que después de todo lo que uno sueña para su pueblo es una vida que incluya el trabajo, un desayuno con algo calentito y pan con miel, un techo, un cumpleaños, un regalo para el Día del Niño. Decía que ahí, en esa escena privada de cualquier argentino vulnerable, en ese movimiento de regreso a la equidad, estaba el motor de nuestros sueños.

Con Néstor descubrimos que esa escena privada que replica la felicidad de un pueblo depende del líder apropiado, pero también de una correspondencia, un intercambio de lealtad entre ese liderazgo y los sectores que representa. Hoy hay una nueva generación de militantes que se suma a militantes de otras generaciones que nunca habían encontrado una expresión política que hablara por ellos. Su entrega final quizá nos diga la importancia de lo que está en juego.

No tengo más que gratitud hacia el hombre que, como un iluminador en un cine muy oscuro, nos señaló el camino, no para hacer inevitable algún tropiezo, sino para advertirnos que sí, que hay un camino.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-155879-2010-10-29.html

sábado, 30 de octubre de 2010

LO QUE SE PUEDA






Entre Grondona, la SRA, Aguinis, La OEA, el Grupo Aurora, el FMI, la ley Banelco, la quita del 13, la UCEP, ramal que para ramal que cierra, la obediencia debida, el deme dos; y Feinmann, Milagro Sala, Bayer, UNASUR, Carta Abierta, Madres,ley de medios, la asignación universal, Abuelas, la militancia.
Uno elige lo que puede.

Aseveraciones lógico-políticas


Por José Pablo Feinmann

1. Néstor Kirchner no era Perón. 1.1. Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico. 1.2. Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de un valioso cuadro político, de una mujer fogueada y hecha en la gran política. De una mujer de excepcional inteligencia. Se me perdonará esto: pero estudié la carrera de Filosofía y ahí recibí mi título. Dediqué mi vida a la filosofía y a la literatura. Sé cuándo alguien sabe pensar. Ningún presidente de la historia argentina pensó con el rigor y la inteligencia de Cristina Fernández.

2. Perón, al regresar, dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. Evidentemente el padre Mugica, asesinado por Rodolfo Almirón de la Triple A, organización construida a la vista (aprobatoria) de Perón, no era un hombre armado ni clandestino. (Menos aún lo mataron los Montoneros, como dicen algunos pérfidos que buscan aliviar las culpas de la Triple A. ¡Valiente tarea, qué cercanos se sentirán a ella!) Tampoco lo era Enrique Grynberg, que manejaba un Ateneo en Saavedra. A Kirchner la muerte lo sorprende en pleno diálogo con la juventud. En plena construcción de una de las cosas que hoy más necesita el justicialismo: la construcción de la militancia territorial. 2.1. Cuando murió Perón, el establishment se asustó, y mucho. Porque el tercer Perón era un guerrero del establishment que, para beneficio y alegría de ese sector con el que tan bien negoció, le estaba haciendo la tarea sucia. 2.2. Con Néstor Kirchner, buena parte del establishment y las clases altas y las clases medias altas festejan jubilosos. Hubo censistas que ya hoy llegaron a casas que estaban con las puertas abiertas y festejando. En muchos hogares, hoy, ya hoy, con el cadáver del ex presidente aún tibio, se festejó con champagne. 2.3. Seguramente también en muchas editoriales. Se podrían dar nombres, pero no es el momento y –además– todos los conocen.

3. El vicepresidente de Perón era su esposa, sumisa, a él y al monje umbandista Daniel, asesinos ambos. La sucesora y compañera de vida de Kirchner es Cristina Fernández. Su vicepresidente es un traidor y ayer le añadió a la traición la mentira, que son hermanas de sangre, que van juntas porque traicionar es mentir y gravemente. Tuvo ayer el exasperado caradurismo de decir que había muerto un gran presidente. ¿Por qué le clavaste un cuchillo en la espalda al proyecto de un gran presidente, Cobos? ¿También esa crueldad, esa torpeza, esa traición al país le hiciste? 3.1. Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. La verán llorar. ¿Cómo no va a llorar al compañero de una vida? Y como una mujer. O como cualquiera. Cualquier ser sensible lloraría en una circunstancia semejante. Yo, ni lo duden. Lágrimas lacerantes. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará poder. La desdicha la hará todavía más dura en la lucha. No festejen tanto, señores. Acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si Cristina (se decía insistentemente) carecía de carisma, conseguía adhesiones por su inteligencia pero no por su ternura o por su feminidad o lo que sea. (No creo en esto, pero aceptémoslo.) Ahora, el pueblo verá en ella a la mujer que se quedó sin su hombre. A la mujer sola. A la que sola se las tiene que arreglar. A la que hay que seguir, querer y respaldar para que el país conserve su rumbo. “No se nos puede quebrar”, dirán muchos. “Pobre, qué mala suerte. Perder a un marido tan joven. Tan necesario para ella. Un marido al que tanto quería.” Lloverán las flores y las adhesiones emocionales. Pero hay que transformarlas en militancia. 3.2. Hoy, más que nunca, la militancia juvenil tiene un papel esencial. Al que aparezca con alguna teoría que recuerde a la lucha armada y al foco insurreccional de los ’70 échenlo a patadas. Esas posiciones llevaron a la muerte a una generación entera de militantes a lo largo y a lo ancho de América latina. La lucha militante (la única) es de superficie, de cara al sol, como quería morir José Martí y también como quería vivir y vivió (era porque sabía la belleza de vivir de cara al sol que así quería morir). De cara al sol significa: nada de clandestinidad, nada de armas, se triunfa cuando se transforma el número en fuerza, pero no en fuerza armada. En fuerza militante, territorial, cuando se habla con la gente, cuando hay un proyecto para ser comunicado, un proyecto que convenza al militante y le dé fuerzas para convencer a los demás. Lo esencial del proyecto sigue siendo: la unidad de América latina (el Mercosur, no el ALCA). El fortalecimiento del Estado para que defienda a los débiles ante la voracidad de los monopolios. La diseminación de lo mediático. Lo que significa –tanto aquí como en Estados Unidos y en cualquier país que luche por la democracia de la información– muchas voces que hablen, que tomen la palabra, que informen diferenciadamente si es necesario de la uniformización de la palabra de la unicidad monopólica, que informa desde una sola verdad, la propia. O sea, no informa. Difunde sus intereses. El Banco Central para los intereses argentinos. Orgullo y poder y ni un atisbo de sometimiento ante el FMI y cualquier entidad de la prepotente banca extranjera que busque utilizar al país en la timba de sus intereses. Diálogo a fondo con todos los que quieran dialogar. Unidad nacional en medio de la diversidad. Que esa diversidad no se transforme en antagonismo. O, al menos, que exprese el razonable disenso de la democracia. Basta de odios. Basta de libracos difamatorios. Basta de tapas insultantes. Respeto de las Madres y a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que nadie más tenga la inmoralidad de siquiera sugerir que una mujer como Estela de Carlotto (que recuperó para la vida verdadera 102 nietos apropiados por el poder desaparecedor) sea tildada desde una revista hipercomercial de hacer lobby para ganarse el Premio Nobel. Esa es una mentira y una falta de respeto. ¿Rescataron ustedes 102 niños? ¿Qué hicieron ustedes además de querer vender revistas a cualquier precio, aun al precio vil de injuriar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Estela de Carlotto? 3.3. Cristina Fernández no queda sola. Tiene a su alrededor cuadros de gran valía. De gran inteligencia. Voy a dar algunos (sólo algunos nombres): Juan Manuel Abal Medina (h), Marcos Zanini (¡vamos, negro!, ¡respalde a la Presidenta con todo lo que usted tiene y sabe: lucidez política amasada a lo largo de años y polenta), Daniel Filmus, brillante intelectual, Aníbal Fernández, el político jauretchiano: nadie desde Jauretche usaba el humor en la política como él lo hace (y no me vengan con los chismes de letrina de lo que fue o lo que no fue: los hombres, en esta Argentina dramática, importan por lo que son y por lo que hoy están dispuestos a hacer). Y muchos más. Y todos los pibes, que cada vez son más. Y que –contrariamente a lo que les ocurría a los jóvenes desde el ’80 hasta el 2000– hoy le encuentran un sentido a su vida en la militancia, en la política.

4. Todo esto y más también tiene usted, Presidenta, para gobernar este país y llevarlo a buen puerto. No es poco. Eso, unido a su talento, a su fortaleza duplicada por la mala mano que Dios (que, de argentino, disculpen, pero: nada) otra vez nos ha dado, le otorgará a los que ya la apoyaban y a los que de aquí en más verán que apoyarla es la única salida para el país y que, por otra parte, usted lo merece, la decisión de estar a su lado, en esta hora amarga pero también en esta impecable coyuntura en que los bravos, los que no bajan los brazos, los que no se dejan vencer por las adversidades que el destino siempre trae, duplicarán sus fuerzas para tratar, al menos, de estar a la altura de las suyas.


http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-155851-2010-10-28.html




miércoles, 8 de septiembre de 2010

PAGINA

Un análisis del poder



Por José Pablo Feinmann

El discurso que la presidenta CFK ofreció el 24 de agosto fue más allá de lo que han ido todos los discursos de los presidentes argentinos hasta la fecha. Nadie –ni siquiera el primer Perón o Evita– procedieron a una destotalización de la estructura del poder en la Argentina. Analíticamente, destotalizó, en primer término, la totalidad y luego la armó otra vez para exhibir su funcionamiento. ¿De qué estaba hablando la Presidenta? Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático. La filosofía occidental de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. Para salir de Marx y entrar en Heidegger (como crítico exquisito de la modernidad pero desde otro lado al de Marx) se vio obligada a eliminar al sujeto, tal como Heidegger lo había hecho con innegable brillo desde su texto La época de la imagen del mundo. También Michel Foucault dio por muerto al hombre. Barthes, al autor. Al estilo. Deleuze, desde Nietzsche, a la negatividad, o sea: al conflicto en la historia. Y la academia norteamericana sistematizó todo esto incorporando con fervor a los héroes de la French Theory. El fracaso es terrible y hasta patético. En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional. Y ésta –hace años que sostengo esta tesis que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo– es la revolución de nuestro tiempo. El sujeto comunicacional es un sujeto centrado y no descentrado, logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático, bélico, enmascarador, sometedor de conciencias, sujetador de sujetos, creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. En suma, su verdad. Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional. Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Para que sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro. El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden. Asombrosamente ningún filósofo importante ha advertido esta revolución. Foucault se pasó la vida analizando el poder. Pero no el comunicacional. ¡Por supuesto! ¿Si había negado al sujeto cómo iba a analizar los esfuerzos del poder por constituirlo de acuerdo a sus intereses? Nadie vio –además, y se me antoja imperdonable– al nuevo y monstruoso sujeto que se había consolidado. Superior al sujeto absoluto de Hegel. Algo atisbó Cornelius Castoriadis. Pero poco. Relacionó las campañas electorales con las empresas que las financian. Pero –insisto–, aquí lo esencial es que el tema del sujeto ha vuelto a primer plano. Colonicemos al sujeto, hagámosle creer lo que nosotros creemos, y el poder será nuestro. El poder empieza por la conquista de la subjetividad. Empieza por la construcción de algo a lo que daré el nombre del sujeto-Otro.

Formulemos –como punto de partida de esta temática esencial– la obligada pregunta: ¿qué es el sujeto-Otro? Es lo Otro del sujeto. Escribo Otro con esa enorme O mayúscula para marcar la ajenidad que el Poder consigue instaurar entre el sujeto y lo Otro de sí. Heidegger transitó bien está temática. Lo que yo llamo sujeto-Otro es ese sujeto que –según Heidegger– ha caído “bajo el señorío de los otros” (Ser y Tiempo, parágrafo 27). He aquí un señalamiento brillante y preciso: el señorío de los otros. Heidegger amplía el concepto: quien cae bajo ese señorío (el de los Otros) “no es él mismo, los otros le han arrebatado el ser”. “El Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (...) son las del Otro, son las del Poder, las que me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido” (JPF, La historia desbocada, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009, p. 128). Heidegger, sin embargo, se remite a la esfera ontológica: lo que se pierde es el ser. No creo que debamos poner el acento ahí: lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas. CFK manejó la temática con precisión y con una audacia que –yo, al menos, y ya tengo mis años viviendo siempre en este país– no le vi a ningún presidente. Cuando retoma la frase de tapa de Clarín y la da vuelta es donde revela qué es el Poder. Clarín titula: “El Gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Detrás de esta frase está toda la campaña “erosionante” (por utilizar un concepto del revolucionario popular agrario Buzzi, fiel a sus bases hasta la muerte, hasta matar a la FA sometiéndola a los intereses de la Sociedad Rural, manejada hoy por el “Tano” Biolcati, descendiente de la “chusma ultramarina” que Cané desdeñaba, y no por Martínez de Hoz o por el elegante señor Miguens) de la oposición. Es decir, el Gobierno es autoritario, enfermo de poder y siempre empeñado en silenciar a todos. CFK le da la razón a Clarín: “Clarín piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. Quiero en esto coincidir con Clarín. Claro, quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. ¿Por qué? Porque Papel Prensa Sociedad Anónima es la única empresa que produce en el país pasta celulosa para fabricar papel de diario, fabrica el papel de diario, lo distribuye y lo comercializa en lo que se conoce en términos económicos y jurídicos como una empresa monopólica integrada verticalmente. ¿Por qué? Porque va desde la materia prima hasta el insumo básico, pero no solamente produce ese insumo básico sino que además determina a quién le vende, cuánto le vende y a qué precio le vende. Por eso coincido con Clarín en que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la República Argentina”.

El Poder –en cada país– tiene que formar monopolios para tener unidad de acción. No se tiene todo el poder si se tiene sólo Papel Prensa, que implica, es verdad, el control de la palabra impresa. Pero hay que tener otros controles. Sobre todo –hoy, en el siglo XXI, en esta supraposmodernidad manejada por la imagen– el poder de la imagen. Y el de la voz radial, siempre penetrante, omnipresente a lo largo de todo el día. Se trata de la metralla mediática. No debe cesar. ¿Por qué este Gobierno se complica en esta lucha con gigantes sagrados, intocables? O lo hace o perece en cualquier momento. Desde la campaña del señor Blumberg se advirtió que los medios podían armar una manifestación popular en pocas horas. Toda la gilastrada de Buenos Aires salió con su velita detrás del ingeniero que no era e impulsada por Hadad y la ideología-tacho que –en ese entonces– era una creación de Radio 10. La ideología-tacho es un invento puramente argentino. Como el colectivo, el dulce de leche y Maradona. Uno toma un taxi en cualquier parte del mundo y el taxista no lo agrede con sus opiniones políticas. Lo deja viajar tranquilo. Sigamos: la segunda, terrible señal de alarma fue durante las jornadas “destituyentes” y “erosionantes” del “campo”. Sin el apoyo inmoderado de “los medios” habría sido un problema menor. Pero la furia mediática llegó a sus puntos más estridentes. La “oposición” no es esa galería patética de ambiciosos, torpes e impresentables políticos que pelean mejor entre ellos que con sus adversarios. Son los medios. La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología.

El análisis de CFK fue excesivamente rico para una sola nota. Hasta aquí tenemos: Videla convocó a La Nación, Clarín y La Razón y les entregó Papel Prensa. Al ser el Estado desaparecedor socio de la sociedad que se formó, esos diarios no sólo apoyaron o colaboraron con un régimen abominable, fueron sus socios. ¿Para qué? CFK lo dice así: “Durante esos años se escuchaba mucho el tema defender nuestro estilo de vida. Nunca pude entender exactamente a qué se referían cuando se hablaba de defender nuestro estilo de vida. Yo no creo que la desaparición, la tortura, la censura, la falta de libertad, la supresión de la división de los poderes puedan haber formado en algún momento parte del estilo de vida de los argentinos”. Sí, en el momento en que se constituye Papel Prensa y Videla les pide a los grandes diarios que –ahora sí: a muerte– defiendan la lucha en que están empeñados, el estilo de vida argentino, para ser defendido, requería los horrores de la ESMA. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano: El estilo de vida argentino. En sus páginas se traza una imagen idílica, campestre, cotidiana y señorial del general Roca. Ese es –para Cárcano– un héroe de nuestro estilo de vida. El de ellos, el de la oligarquía que hizo este país a sangre fuego y a sangre y fuego lo defendió siempre que se sintió atacada. Los herederos de Cárcano y Roca todavía lo defienden. Si se les deja el poder de “formar la opinión pública” como siempre lo hicieron volveremos al país que desean: el del neoliberalismo, el de los gloriosos noventa. Conservarán el poder. Al que CFK dibujó así: “Si hay un poder en la República Argentina, es un poder que está por sobre quien ejerce la Primera Magistratura, en este caso la Presidenta, también por sobre el Poder Legislativo y, mal que pese, también por sobre el Poder Judicial (...) es invisible a los ojos”. Es el poder que tan impecablemente definió un otrora misterioso personaje: “¿Presidente? Ese es un puesto menor”.


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